Se cumplen
cuarenta años del accidente de un avión Douglas DC-8 de Iberia cuando
aterrizaba en el aeropuerto de Santiago de Compostela, por efecto de
“aquaplanning”, según puso de manifiesto la investigación posterior.
Al mando
de la aeronave estaba el comandante Jaime Ordovás Artieda, que entonces
acumulaba unas 15.000 horas de vuelo. El avión Douglas DC-8 -63
matrícula EC-BMX y nombrado “El Españoleto”, volaba para Iberia desde
agosto de 1968 y realizaba el vuelo IB-565 entre Madrid y Santiago de
Compostela. A las 17,25 horas del 3 de marzo de 1978 estaba campo a la
vista y había buena visibilidad, pero el drenaje de la pista mezclado
con barro no era el más adecuado, por lo que al tomar contacto con el
suelo, el avión resbaló y después de dos kilómetros recorridos –de los
2.700 m que medía la pista- se desplazó hacia la izquierda y acabó
contra un talud del aeropuerto de Lavacolla.
Las
crónicas de la época dicen que el desalojo del avión se produjo de forma
desordenada por las puertas y las ventanillas de emergencia. En el
desconcierto por la situación producida tras comprender que el
aterrizaje no era normal, se vivieron escenas de pánico y miedo. La
mayoría de los pasajeros eran casi un centenar de marineros gallegos que
regresaban a sus casas después de campañas de trabajo en distintos
lugares del mundo y fueron ellos, en su inmensa mayoría, los que
ayudaron al abandono del avión.
Que el
avión no ardiera tras el abrupto final de la maniobra de emergencia, se
debió en gran medida a la decisión del comandante Jaime Ordovás,
cumpliendo con el procedimiento, de desconectar los sistemas eléctricos
de la aeronave. Ordovás tenía entonces 42 años y sumaba 16 años de
experiencia; su nombre había sido noticia en marzo de 1969 tras el
avistamiento de un OVNI en un vuelo nocturno entre Palma y Madrid.
Entre los
pasajeros se encontraba el ministro Pío Cabanillas, otros dirigentes de
UCD, el profesor José Luis Aranguren, que esa misma tarde impartió una
conferencia y el decano de la Facultad de Medicina, doctor Varela Núñez.
Viajaba también la entonces diputada Nona Inés Viñariño, quien dijo que
“las azafatas fueron las primeras en escapar y en despotricar contra el
aeropuerto”. En ese mismo vuelo viajaban dos empresarios, entonces poco
conocidos, llamados Gerardo Díaz y Gonzalo Pascual, copropietarios del
Grupo Marsans y más tarde fundadores de Spanair, como recuerda la
crónica de Juan Capeáns en “La Voz de Galicia”.
Foto: La Voz de Galicia y Antonio Camarasa (aviationcornet.net)
fuente: http://www.puentedemando.com/cuarenta-anos-del-accidente-del-dc-8-de-iberia-el-espanoleto/
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