martes, 19 de diciembre de 2017

Te regalo Londres


Autora: Marisol Ayala.
Supongo que estos días anda ordenando su maleta, sus abrigos, su música y su medicación. La familia entera se ha volcado en un regalo que tiene como premio haber ganado y, de paso, estar viva.

Tiene 47 años y las cosas en el terreno de la salud le han ido mal pero siempre ha tenido cerca, el mejor batallón contra la adversidad, contra el desánimo. La conozco poco pero a su gente, mucho. Hace meses ellos me contaron la sorpresa que le preparaban aunque todo estaba supeditado a la evolución de su enfermedad. Tiene 3 hijas y una, la mayor, trabaja en Londres. Mil veces ha contado que cuando estuvo en la city tenía 17 años, viajó invitada por su cuñada, y que aquella ciudad, sus calles, sus parques, su bullicio, su caos, le impactó, pero no volvió jamás. Regresó a su isla e inició el camino por la vida. Y así llegó un marido que la adora, tres hijas y una nostalgia del Londres que conoció. Hace seis años que lucha contra una enfermedad que ha sido un vaivén de angustias. En dos ocasiones ha estado en peligro. El diagnóstico, la batalla, la dejo hecha trizas. Sin fuerzas, sin ilusión, asustada. Quienes la quieren, sus hijas, hermanas, amigos y padre tuvieron siempre el propósito de no dejarla caer, de ilusionarla, de premiar sus logros. Aceptó bien el duro tratamiento pero las secuelas del miedo hicieron mella. Se vino abajo. “Oye”, propuso alguien un día, “¿y sí la llevamos de paseo a Londres?, le encantará”. Marta, así se llama, habla de aquel viaje con nostalgia. Consulta médica y conclusión; será un buen balón de oxígeno. La enfermedad está muy contralada, ella ha recuperado peso pero anímicamente está flojilla, es decir, le faltan mimos. Ya se imaginan pues lo que ocurrirá en unos días, que la mujer, familia de mis amigos, subirá al avión que la llegará a su amado Londres. Los más cercanos irán con ella. Ya tienen alojamiento, acogedor y céntrico, y mil sitios que visitar porque la intención es vivir la Navidad en la gran ciudad. El Fin de Año se le hace cuesta arriba pero harán lo que ella desee. Está tan ilusionada como todo su entorno. Su alegría, la gratitud que no oculta la está dejando escrita en papeles dispersos por la casa. Dice que en Londres solo echará de menos a su abuela, 89 años, la mujer que se sentó en su cama desde que la nieta enfermó.
La que ya cuenta las horas.

fuente:   https://marisolayalablog.wordpress.com/

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