El sacerdote Jacques Mourad, secuestrado durante seis meses por el Estado Islámico, cuenta su testimonio: “He sido salvado de la muerte, y ha sido porque Dios ha hecho un milagro. Ha hecho conmigo un gran milagro.”
El programa de la Fundación EUK Mamie-HM Televisión Tras las huellas del Nazareno ofrece el testimonio de Jacques Mourad, sacerdote y monje de origen sirio perteneciente a la comunidad Deir Mar Musa, que fue secuestrado durante seis meses por el Estado Islámico, junto a todos sus parroquianos de Al Qaryatayn, en Siria.
El Padre Mourad cuenta cómo vivió estos momentos: “En el camino a Raqqa, incluso desde el primer momento de mi cautiverio, no tenía otra idea que me viniera a la cabeza que la de rezar a Nuestra Madre, porque sentía que era Ella la que podía estar más cerca de mí, ya que Ella es mi madre. Hasta ese momento, no tenía ninguna relación especial con María. Yo estaba más cerca de Jesús, rezaba a Jesús, pero era el mes de María, el mes de mayo, así que rezaba el rosario todos los días. ”
Después de su rescate, el Padre Mourad supo que sus feligreses habían seguido acudiendo a la iglesia para rezar el rosario todos los días, a pesar del miedo que dominaba en todos los hogares cristianos tras su secuestro.
“De camino a Raqqa, yo estaba rezando el rosario y en el tercer misterio, sentí un grito muy fuerte en el corazón, en el alma, que decía: “Voy hacia la libertad, estoy en el camino hacia la libertad”. Yo mismo me sorprendí y me pregunté: “¿Qué es esto? ¿Qué significa esta frase? Estoy en manos de los peores terroristas del mundo y estoy seguro de que voy a morir. ¡Todo ha terminado, voy a morir! Voy hacia lo desconocido. ¿Cómo voy a ir a la libertad?” Pero ese grito continuaba, continuaba, y mi corazón se llenó de paz, una paz que llenó todo el desierto que estaba a mi alrededor. No podía ver el desierto, porque me habían vendado los ojos, pero lo sentía”.
El P. Mourad pasó tres meses encerrado en un cuarto de baño. Un periodo que el considera una gracia que Dios le concedió: “Si estoy salvado, si estoy vivo y si estoy libre hoy, es para dar testimonio de cómo y cuánto el buen Dios está cerca y no nos deja, cuánto la Virgen María nos protege mediante su oración y su presencia ante nosotros.”
Este sacerdote asegura que el milagro de su liberación es un signo de esperanza y consuelo para tantas personas que han sufrido y continúan sufriendo.
“He sido salvado de la muerte, y ha sido porque Dios ha hecho un milagro. Ha hecho conmigo un gran milagro. Es más grande que dar la orden a una montaña para que se lance al mar. Es para dar testimonio de la esperanza, porque el pueblo sirio ha sufrido y continúa sufriendo mucho. El pueblo iraquí ha sufrido y continúa sufriendo mucho. Necesitan signos de Dios concretos, necesitan milagros. Si he sido salvado, es para ser un signo de esperanza y de consuelo para todos los pueblos que sufren”.
Durante su cautiverio, la oración y la intercesión de la Virgen María le ayudaron a no dejarse dominar por los miedos o los sentimientos negativos y a superar los combates que vivió. “Superé todo eso y viví verdaderamente un abandono total. Rezaba cada día la “Oración de Abandono” de Charles de Foucault (…) La comprendí mejor en esa experiencia de soledad, de aislamiento, en la prisión. Comprendí también que, al final, la verdad tiene siempre necesidad de sacrificio. Y todos nosotros estamos llamados a ser sacrificados. Nuestra vocación profunda como cristianos es la pasar de la condición de víctimas a la de sacrificio. Ese paso se hace por la fe. Todos nosotros, como cristianos, estamos llamados a eso: “Me abandono yo mismo, mi vida, en las manos del Señor, estoy preparado para ser un sacrificio por la verdad, ¡para defender la verdad!”»
Cuando el Estado Islámico entró en Al-Qaryatayn en agosto de 2015, los feligreses del P. Mourad también fueron tomados como rehenes. “Doscientos cincuenta cristianos, niños, ancianos, mujeres, enfermos, discapacitados… Todos, no dejaron a nadie. Los tomaron a todos como rehenes y se los llevaron a Palmyra. Y unos días más tarde me cogieron de Raqqa y me llevaron con mis feligreses“.
Este sacerdote relata cómo fueron sometidos a “muchos métodos de persecución, de torturas verbales, psicológicas… que son mucho más peligrosas, mucho más fuertes que una tortura física”. “Lo hacen para sonsacarte cosas”, explica.
El Padre Mourad da testimonio de cómo estos cristianos mantuvieron la fe en la persecución: “Una vez, un yihadista entró en nuestra prisión con un juego y una galleta. Ofreció ese juego y la galleta a un niño de seis años. Le dijo: “¿Quieres convertirte en musulmán?” El niño cogió el juego y la galleta y le dijo: “No, yo soy cristiano”. Y salió corriendo. Esto es un ejemplo. Un ejemplo real de un niño de seis años. Como sus padres tienen fe, lo educaron en la fe cristiana para que él la tuviera también. Eso es muy fuerte. Eso es el cristianismo. Nosotros somos así, todos. Cuando estamos en un estado de persecución, de peligro, no cesamos de ofrecer nuestra vida por amor a Cristo y dar testimonio de la verdad“.
Tras la liberación del P. Mourad y de su comunidad parroquial, tenían prohibido celebrar la Eucaristía. Pero toda la aldea desafió a la prohibición y, reunidos en la clandestinidad, celebraban cada domingo la Eucaristía. Pero frente a una situación insostenible, el P. Mourad decidió huir y tratar de ver si era posible hacer salir a toda la comunidad cristiana de allí. Ayudado por un joven musulmán —que era consciente de estar arriesgando su vida ayudando la sacerdote— el P. Mourad salió de Al Qaryatayn: “Me abandoné nuevamente a mi Madre Santísima. Ella me acompañaba, sentí que Ella estaba conmigo. Me monté con él (con el joven musulmán) en la motocicleta, y nos fuimos. Y fue fácil. Llegué a Homs. El tercer día, con estos amigos musulmanes, conseguimos que cincuenta y ocho cristianos pudieran escaparse en un día. Ese fue el milagro. Poco a poco, todos los cristianos pudieron escapar. Hubo doce que murieron a causa de los bombardeos, pero los demás, todos tuvieron su libertad“.
El P. Mourad concluye su testimonio afirmando que “estamos llamados a seguir el camino de Cristo crucificado y resucitado”. “Para esto, la disposición a dar la vida por la verdad es el camino que nos lleva a la verdadera resurrección. Nuestro mundo necesita esta resurrección. Sino… vamos a vivir el infierno realmente”.
Has podido leer este artículo gracias al esfuerzo de quienes hacen posible InfoVaticana, un portal de información libre e independiente que se sostiene gracias a la generosidad de sus lectores (si quieres ayudarnos pulsa aquí) y a la venta de libros (con tu compra colaboras con los gastos de la web)
fuente. https://infovaticana.com/2017/12/31/estoy-vivo-libre-hoy-dar-testimonio-dios-esta-cerca-no-nos-deja/
No hay comentarios:
Publicar un comentario