domingo, 17 de diciembre de 2017

Lidia Valentín: “Soy la plusmarquista limpia”

 

La manicura de fantasía, los párpados subrayados de azabache y los labios rosa chicle son, quizá, su grito de libertad ante tanta disciplina y sacrificio.

 La chica que se acuclilla ante las pesas de la sala de halterofilia del Centro de Alto Rendimiento de Madrid acoquina, y mucho. Qué brazos, qué piernas, qué glúteos, qué cuerpazo. Qué mal repartido está el globo, piensas. Es cuando le ves los ojos heridos de determinación, las manos desolladas de magnesia y las palmas con más callos que un estibador de los de antes, cuando te haces idea del trabajo que lleva a cuestas. Lidia Valentín acaba de ganar el Campeonato del Mundo al levantar 258 kilos a pulso. La manicura de fantasía, los párpados subrayados de azabache y los labios rosa chicle son, quizá, su grito de libertad ante tanta disciplina y sacrificio.

Cualquiera le echa un pulso.
Cualquiera no, pero yo solo levanto pesas. Eso sí, tengo más fuerza que la media, es un hecho.
¿A qué o a quién le echaría un pulso solo para ganárselo?
A las injusticias, las odio.
Entonces, odiará a las rivales que le robaron el oro y la plata olímpicos al ganárselos dopadas.
Es que ellas no son deportistas. Está la halterofilia limpia, que es la mía, y la oscura, que es la de ellas. Lo suyo no es deporte, es un show. No se puede ganar de cualquier modo. Y, sí, me rebeló muchísimo, pero la verdad sale.
¿Cómo le dio por subir cosas?
Cosas no, pesas. En Barcelona 92, con siete años, ya quería estar en unos Juegos. A los 11, empecé a entrenar, vi que era supercompetitiva, retaba a los chicos porque las niñas se me quedaban pequeñas. Mi entrenador vio que podía ser un portento, y me enganché.
Se lo tiene bien creído, pues.
En la vida te lo tienes que creer. Si no crees que eres capaz, no lo vas a ser nunca, aunque tengas talento, físico y ganas. Cuando dejas de creer, todo ha terminado. La motivación es la gasolina para seguir. Sin ese afán de rozar la excelencia, no consigues nada.
¿Tanta ambición desde niña?
Sí, tenía hambre de ganar. Me enrabietaba si perdía. Mi madre, si flojeaba en las notas, me castigaba sin entrenar, y era un drama.
También habrá llorado.
Mucho, por perder, por rabia, por no llegar sabiendo que podía.
Se lapida usted solita, ¿no?
Sí, y eso no está bien. Pero sí, soy de machacarme y flagelarme,
¿Cuál es el récord mundial de su especialidad y categoría?
No hay: quien lo batió fue una dopada. No es un récord limpio.
Entonces, sus 258 kilos, son la plusmarca mundial que acepta.
Son la plusmarca limpia, sí.
¿Qué es un kilo para usted?
Muchísimo. Puede ser la diferencia entre el cielo y el limbo. Subir un kilo más es muy heavy.
Un kilo es un brick de leche
Pero es eso sumado a tu máximo. Es como un minuto más en una maratón de hora y media. Subir un kilo es derribar un muro.
Todos queremos bajar kilos y usted se mata por subirlos.
Yo no puedo pesar un gramo menos porque no podría levantar un gramo más. Y me cuesta mantenerme. Si me descuido, adelgazo, y recuperar masa es difícil.
Ahora la queremos todos los medios, pero el resto del tiempo no le hacemos ni caso. ¿Le duele?
Cierto. Pero yo hago halterofilia porque me gusta competir. El reconocimiento es maravilloso, pero no entreno para salir en una portada, no necesito público.
Su deporte es poco mediático y es usted mujer. ¿Siente la doble discriminación en sus carnes?
No. Las futbolistas, por ejemplo, sí que pueden estar mosqueadas porque tienen mucha menos visibilidad que sus colegas varones. Pero en mi caso, creo que un campeón chico hubiera tenido la misma atención, o menos.
Rímel, raya, brillo. ¿Se maquilla para resaltar su feminidad?
No, me crié con dos hermanas y soy presumida. Me pinto hasta para entrenar. Y me miro al espejo, y no solo para ver las posturas.
¿Suda mucho el top?
Muchísimo. La que más, porque soy la que más pesa. Pero yo digo que no sudo, brillo, jaja.
¿No hay dolor, como Stallone?
¿Que no? Mucho, Esto es alto rendimiento. Pones el cuerpo al 200% todos los días. Y duele todo.
Vale, puede usted con 258 kilos, pero ¿puede con la vida?
Soy optimista, me motivo, me gusta retarme. La suerte no existe, aunque cuanto más entreno y me lo curro, más suerte tengo.

 FUENTE: https://elpais.com/deportes/2017/12/16/actualidad/1513457222_083995.html

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