En uno de mis paseos cotidianos por las calles de este Telde cada vez más triste, veo gran cantidad de comercios cerrados o a punto de hacerlo. Comercios de canarios, hijos de esta ciudad. No ocurre lo mismo con los establecimientos chinos, estos parecen salir de debajo de las piedras.
Los nuestros comentan que, a parte de la crisis que nos afecta, cierran por no poder hacer frente a los impuestos que se ven obligados a pagar. Se rumorea, que estas tiendas chinas, permanecen cinco años haciendo su negocio sin pagar dichos impuestos. Confieso desconocer si es sólo un rumor o por el contrario hay algo de verdad en esto.
Continuando mi paseo llego a las Ramblas donde las acequias, que en un principio llevaban agua, hoy se encuentran tapadas con cemento, ha sido la solución más rápida pero la menos afortunada.
Lo que en tiempos lejanos fueron los kioscos, no es de extrañar que un buen día se conviertan en el lugar donde un necesitado cobije su maltrecho cuerpo en las noches de invierno.
Pero al pueblo se le vendió un lugar de ensueño para pasear, nos lo creímos, pagamos y fuimos engañados, como en otras ocasiones.
Continuando con mi paseo veo que, muchas de las plantas que adornan los parterres que circundan el paseo, se encuentran marchitas. Ya sea por conocer algo de plantas, ya sea por esa sensibilidad que dicen tenemos las mujeres, me dije “O están muertas de sed o tienen pulgón” Me aproxime para salir de dudas y, queridos lectores, lo que encontré me dejó asombrada.
Desde el tronco hasta la última de sus hojas están totalmente infectadas, pero no crean que es ese pulgón pequeño y pegado al envés de la hoja, es lo más usual, éstos de los que hablo son tan grandes que, en cualquier momento sacaran a las plantas para llevarlas a misa.
No exagero en absoluto. Ahí están y pueden comprobarlo cuando quieran. En igual situación se encontraban los árboles que están en la calle El Salvador, los pulgones que los invaden son tantos y tan grandes que se ven subir por la pared del colegio Salesiano. Este mal lo padecen muchos de los árboles y plantas que hay en Telde.
Punto y aparte merece el macro parque de San Juan. Cuando se inauguró fue la envidia de muchos y el orgullo de todos los ciudadanos. Podíamos presumir y, así lo hacíamos, de un lugar para el paseo donde, a la vez, nuestros ojos se deleitaban viendo las plantas, el césped y, como, no la estatua del Che. Persona que, por otro lado no sé que hizo por mi ciudad, pregunta que también me hago cuando veo la de Yon Lenon en las mencionadas Ramblas.
Volvamos al parque. Hoy cuando lo veo tan triste, sin una flor que alegre la vista, con los árboles pidiendo a gritos que los poden
Viendo el estado en el que se encuentra nuestro querido parque creo que, en la soledad de la noche, mirará a su alrededor y, con melancolía y tristeza recitará aquellos versos de Estebanillo González. “Aprended flores de mí, lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui y hoy sombra mía aún no soy” acompañado por los agudos quiquiriquí del gallo que ha sentado sus reales en el lugar.
Las plantas y flores hacen lo que pueden las pobres para continuar creciendo. Pero, si no se les ayuda tarde y mal lo conseguirán.
Mucho me temo que, como en otras ocasiones, nos han vuelto a engañar como a niños pequeños, que nos prometen la gran Panacea para, al final, quedar todo en agua de borrajas y ellos como los salvadores de la patria.
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