lunes, 17 de julio de 2017

HA PASADO UN ÁNGEL.



En nuestro vocabulario diario solemos emplear frases que, en ocasiones de tanto repetirlas, las convertimos en meros refranes cuando la realidad es bien distinta.
El refrán, es un dicho agudo y sentencioso, la frase por el contrarío suele salir de una anécdota o experiencia personal.
Sólo aspiro a que pasen un momento entretenido y sepan ¿por qué decimos?
María Sánchez.

   
Esta frase se suele pronunciar cuando después de un pequeño silencio, uno de los reunidos, toma de nuevo la palabra, y dice “bueno como iba diciendo”. De este modo se reanuda la conversación hasta que de nuevo pasa el ángel. Si el ángel aparece con demasiada frecuencia, tenga por seguro que, o la charla no es agradable o los contertulios son más aburridos que las ostras viudas.

Si nos guiamos por el origen de esta frase y, estos seres aparecen cuando se produce un prolongado silencio, no espere usted verle ni la sombra cuando, a través de la televisión, contemple una tertulia del corazón. Aquí el pobre ángel desaparece y no lo vemos ni llamándolo con fanfarrias.
Y… ¿qué me dice en una reunión de vecinos? Sobre todo, cuando se nos convoca para comunicarnos la subida de la cuota. En este caso permanecer callados es más difícil que vivir la Odisea de Homero.

Todos damos nuestra opinión, que siempre es en contra de la subida, como es de rigor. Aquí, claro está, no se produce el consabido silencio y el ángel hace mutis por el foro.
Recordando mi niñez, como hago en otras ocasiones, me viene a la memoria una costumbre que se tenía en mi casa. Mi madre toda vez que se nombraba un difunto, además del consabido “que en paz descanse” decía “ha pasado un ángel”. Si por el contrario sucedía que dos personas hablaban a la vez expresaba “hemos sacado un alma del purgatorio”

Permítanme un inciso para pensar en alto; esto del limbo y el purgatorio ha sido para mí más que una realidad, un mete miedo de la iglesia. Durante muchos años creímos a pie juntillas en el limbo de los justos, ese lugar a donde iban a parar el alma de los niños que morían sin ser bautizados.
De pronto nos llega un papa nuevo y, de un plumazo, va y lo quita. Si continúa con estos cambios, no es de extrañar que, no tardando mucho, haga desaparecer el purgatorio. Con lo que quitara dos pisos entre el cielo y el infierno. ¡Ni el suelo etéreo si libra de la expropiación!

Continuando con el ángel de marras, este hace su aparición cuando se nombra un difunto fórmense una idea la de veces que recorrerá las salas de un tanatorio. Pero no se hagan ilusiones. Todos sabemos el nulo silencio que se guarda en este lugar. Después de dar el pésame a los familiares, pasamos inmediatamente a hacer el típico corrillo, donde están los amigos y familiares.

Ahí, después de ensalzar las bondades del difunto, nos enredamos en una conversación que normalmente empieza y termina con estas frases. “Chacho cuanto tiempo sin verte” o esta otra “Sólo nos vemos en estos casos a ver si nos reunimos para tomar una copa o hacer un asadero” Aquí es cuando el angelito da medía vuelta y se va derechito al cielo.

¿Por qué decimos ha pasado un ángel? Con esta frase solemos reanudar una charla tras hacerse de repente un silencio. Tiene su origen en la Roma clásica. Cuando se nombraba a un difunto en un hogar, se mantenía un respetuoso silencio para honrarlo (algo parecido al actual minuto de silencio).

Al llegar esta costumbre al cristianismo, se habló del “ángel” que pasaba durante ese silencio.

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