viernes, 19 de mayo de 2017

El imán “más complejo” del mundo pesa 300.000 kilos y mide 14 metros



Es como una gigantesca letra D, con una longitud de 14 metros y un peso de 300 toneladas, tantas como un avión Boeing 747. Y es, además, “el imán más sofisticado del mundo” y uno de los más grandes, según sus constructores. 

Formará parte de uno de los mayores experimentos científicos de la historia: el reactor experimental ITER. La máquina intentará recrear en la Tierra, en Cadarache (Francia), los procesos que generan una desmesurada cantidad de energía en el Sol. Un conjunto de 18 imanes como este servirán para generar un campo magnético un millón de veces más potente que el de la Tierra, capaz de custodiar el plasma supercaliente del ITER, con una temperatura de 150 millones de grados.
“Es, sin duda, el imán más complejo del mundo”, explica el veterano ingeniero italiano Alessandro Bonito-Oliva, responsable de la sección de imanes de Fusion for Energy, la organización de la UE que gestiona la contribución de Europa al proyecto. Los países europeos construirán nueve imanes, más uno adicional de repuesto. Los otros nueve serán tarea de Japón, que también forma parte del proyecto, junto a EE UU, Rusia, China, India y Corea del Sur. El primer imán europeo, prácticamente finalizado, se ha presentado hoy en una antigua fábrica de lavadoras de La Spezia (Italia), reconvertida en factoría de imanes de vanguardia.
En el ITER, los científicos intentarán conseguir la fusión de átomos de hidrógeno a temperaturas extremas. Será, potencialmente, una fuente de energía limpia e inagotable. A 150 millones de grados, la materia formará una especie de sopa de partículas —el plasma— que quedará confinada, gracias a los fuertes campos electromagnéticos, en un reactor con forma de rosquilla, denominado tokamak. La alta temperatura y la elevada presión facilitarán la fusión de los núcleos atómicos, que liberará energía como ocurre en las estrellas.
“Más de 600 personas y 26 empresas han participado en la fabricación del primer imán”, detalla Bonito-Oliva. Una de ellas es la española Iberdrola Ingeniería y Construcción. Su jefe de proyecto, Andrés Felipe Martínez, destaca la “complejidad” de los imanes, conocidos técnicamente como bobinas de campo toroidales. Su construcción requiere toneladas de cable superconductor de niobio-estaño y múltiples pasos de producción, como la inserción en una carcasa maciza soldada, que eleva el peso a 300 toneladas desde una base de 110. Los electroimanes no estarán expuestos a las temperaturas extremas de la sopa de partículas, sino que funcionarán a 270 grados bajo cero para facilitar la superconducción. La pyme española Elytt Energy también ha participado en la fabricación de los imanes, pero ha declinado dar detalles para este reportaje.
Los imanes europeos estarán listos dentro de cinco años, según Bonito-Oliva. Fusion for Energy ha firmado contratos por valor de 420 millones de euros para los 10 imanes europeos, según la organización. Son tan grandes y pesados que no pueden viajar por carretera, así que cuando estén listos serán transportados en barco hasta la localidad francesa de Cadarache. Allí, se espera que el ITER arranque en 2025. A partir de entonces se verá si la fusión nuclear es la energía del futuro, como sugirió el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, cuando le propuso el proyecto al presidente estadounidense, Ronald Reagan, en 1985.
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