domingo, 17 de julio de 2016

O Europa o Islam: Estos son algunos de los traidores que han metido al enemigo en casa


ED/R.- La islamización de Europa, con los crímenes que ha provocado y las víctimas que se cobrará en el futuro, ha sido un proceso de ingeniería social promovido e impuesto por las élites políticas, por la casta parasitaria. 
Las sociedades, los ciudadanos, han asistido indefensos a lo que ha ido tomando trazas de una auténtica invasión. Ninguna necesidad económica, nada mínimamente racional, explica lo que se ha vivido y que ha generado un problema de extraordinaria gravedad. No hay precedentes en la historia de esta soberana estupidez. Ningún sector económico, ningún aspecto social ha sido beneficiado por la presencia de una población musulmana expansiva.
Hay, por ejemplo, comercios chinos y toda una estructura de comercialización de sus productos. Nada parecido se da en la población musulmana. Sólo son visibles pequeñas tiendas de kebab y taxistas pakistaníes y últimamente fruterías. Nada relevante. Las poblaciones musulmanes expansivas llegaron y se han instalado en el asistencialismo. Tienen acceso a sanidad y educación gratuitas, son alimentadas y vestidas por Cáritas. Hayat Boumedian, previsiblemente la ideadora de la última matanza en Francia, vivió desde su infancia del dinero de los contribuyentes franceses, en centros de acogida. Los últimos datos, de hace algunos años, señalaban que en España el 60% de los varones marroquíes estaban en paro. En Bruselas, un tercio de la población es ya de confesión islámica. Por todas las ciudades europeas han ido ocupando barrios marginales, sin actividad económica alguna, subvencionados.
Una invasión pagada por los contribuyentes
Es decir, se trata de un problema inventado por la casta política, con trazas de invasión, que, además, se ha hecho pagar y se hace pagar a los contribuyentes europeos. Eso no tiene precedentes históricos: nunca se ha pagado a los invasores. La situación se ha tornado tan absurda y terrible que se calcula que tres mil “ciudadanos” europeos están combatiendo bajo las negras y tenebrosas banderas del llamado estado islámico. Y tan demencial que unos cientos de esos asesinos que combaten todos los valores occidentales y degüellan a sus prisioneros, supuestos compatriotas, han vuelto a sus naciones de origen con su pasaporte en regla, como si hubieran hecho una gira turística o se hubieran tomado vacaciones. Sin trabajo conocido, esos asesinos –como el de Toulouse- reciben ayudas sociales, de modo que los ciudadanos europeos se ven forzados a pagar con su esfuerzo a quienes aspiran a matarles y de hecho les matan.
Ante todo este panorama, que se acompaña por añadidura con la pretensión de desarmar a las víctimas admonizándolas de racistas, xenófobas e islamófobas cuando se atreven, con timidez y acallados por los medios de comunicación, a protestar ante lo obvio y lacerante, ante las matanzas de una crueldad inusitada y animalesca. Incluso se les pretende obligar a creer falacias tan patéticas como que esos crímenes nada tienen que ver con el islamismo o que la autodenominada sumisión es una religión de paz.
Los asesinos no vienen de desiertos lejanos
Los asesinos, parafraseando a uno de esos ineptos que han hundido a España, no vienen de desiertos lejanos, sino que tienen la nacionalidad francesa, inglesa o española. Han estudiado en los colegios públicos, han acudido a los hospitales públicos, usan el patrimonio de las naciones a las que quieren destruir, cobran ayudas y matan. Pertenecen a la segunda generación mostrando el fracaso general de los Hollande, de los Rajoy, de los Cameron, de las Merkel, de los Michel. Ellos son extraordinariamente racistas, completamente xenófobos y absolutamente cristianófobos: en Siria y en Irak se ha perpetrado una limpieza religiosa, un exterminio de los cristianos, con miles de mártires, con total desprecio de la dignidad y la vida humanas.
Ejercer hoy la libertad de expresión en Europ implica un riesgo para la vida, porque los políticos europeos han propiciado lo que tiene trazas de una invasión en toda regla y porque han desarmado intelectual e incluso policialmente a las sociedades.
La patraña de la “primavera árabe” y los “rebeldes sirios”
Todos los dirigentes europeos han estado llamando durante tiempo y hasta hace dos días “rebeldes sirios” o “revolucionarios sirios” a los perpetradores de las masacres en Francia. Con el coro de los graznidos del monopolio mediático del sistema, trataron de vender que nos encontrábamos ante la “primavera árabe” equiparable, en sus ansias de libertad, a la caída del Muro de Berlín. Ese fue el mensaje de Barack Husein Obama, lanzado desde El Cairo, una de las naciones que se pretendieron desestabilizar para entregar el poder a los Hermanos Musulmanes. Los militares no estuvieron dispuestos a ser asesinados, con sus familias, en aras de lo islámicamente correcto.
Nicolás Sarkozy, uno de los políticos más corruptos de Europa, y ya es decir, quiso callar la boca a su financiador Gadafi y, dentro de esa patraña de la primavera árabe, se puso en marcha una vasta operación –se movilizó a la joya de la Armada francesa, el portaviones Charles de Gaulle- para asesinar a Gadafi y su familia y entregar Libia, con su petróleo, a los integristas y sumir a ese territorio en un caos. También se entregó Túnez, que era la nación musulmana más laica, a los integristas. Y, palabras mayores, se quiso entregar Siria a Al Qaeda. Para ello se armó y financió a yihadistas de medio mundo con dinero de Arabia Saudí, de Qatar y con asesoramiento de Estados Unidos y Francia. Para oprobio general, incluso se ha producido una escisión aún más radical que Al Qaeda, el Estado islámico, que, dominando partes importantes de Siria e Irak, aspira a organizar el califato, con reservas importantes de petróleo.
Arabia Saudí, culpable
Tanto la invasión de las sociedades europeas como esta absurda geoestrategia, propia de dementes, que ha conllevado el genocidio de los cristianos en Irak y Siria, poblaciones con dos millones de años de tradición, no se entiende sin el factor del petróleo y la sumisión de las naciones occidentales a los dictados de los Saud. En 1973, los países musulmanes productores de petróleo estuvieron a punto de poner a las naciones occidentales de rodillas. De inmediato, se abrieron las fronteras y se permitió la construcción de mezquitas financiadas por los saudíes, dedicadas a difundir el wahabismo, la interpretación rigorista de El Corán de la que han surgido y se alimentan los integristas asesinos. Toda la política exterior de Occidente de las últimas décadas ha sido dictada por Arabia Saudí, cuya polígama y extensa familia Saud aspira a liderar el mundo islámico y, por ende, el planeta.
La clave fundamental es el petróleo, que en la satrapía saudí es propiedad de los Saud, y por añadidura, a rebufo, la corrupción de los políticos occidentales, de lo que en España tenemos buena muestra en el caso oprobioso y escandaloso del ultracorrupto Juan Carlos de Borbón, que siempre ha estado a sueldo de los saudíes (y qataríes), cobrando un porcentaje por cada barril. El mediador en el negocio fue primero Manuel Prado y Colón de Carvajan y en los últimos tiempos de los maletines se ha encargado Corinna, de lo que hay innumerables pruebas. Esto antes se consideraba, con toda razón, alta traición, ahora todo vale y los traidores ocupan la jefatura del Estado y gozan de impunidad constitucional.
Visto con perspectiva, en vez de atacar Bagdad en dos cruentas guerras, había que haber atacado Riad y La Meca, pero hubo que derramar sangre occidental para salvar a los Saud y a la familia satélite de Kuwait, quienes se dedican a financiar a todos los asesinos mientras esa gentuza goza de sus harenes y del espectáculo del verdugo los viernes.
El hijo que se convirtió en monstruo
La “primavera árabe” fue la pretensión de acabar con las dictaduras laicas, tolerantes con las diversas confesiones, para entregar las naciones musulmanas a los Hermanos Musulmanes, financiados y obedientes a los Saud. La decisión del gobierno sirio de no entregarse, y de los ismaelitas (una secta o corriente chíi) de no dejarse exterminar, rompió el proyecto imperialista de los Saud, aunque no se ha impedido el genocidio de los cristianos, con el silencio cómplice de los medios y de la acobardada jerarquía católica (los cardenales llevan, desde Inocencio III, el bonete rojo por su disposición al martirio, pero ahora lo llevan como adorno). Como efecto perverso, los integristas, preparados y armados por Estados Unidos y financiados por Arabia Saudí, alientan el sueño de declarar el califato, siendo aún más crueles que los talibanes, degollando prisioneros, esclavizando mujeres, martirizando a los cristianos. Ese sueño califal del estado islámico implica la consideración como apóstatas de los Saud, o cuando menos la negación de cualquier obediencia.
Según el maestro Roberto Centeno, esta es la razón por la que se está produciendo el descenso del precio del petróleo (que no se nota en las gasolineras, por lo menos no hoy, desde luego) y la explicación de que Arabia Saudí haya decidido mantener su nivel de producción, favoreciendo ese abaratamiento.
Los estertores del yihadismo
En buena medida, puede decirse que nos encontramos ante los estertores del yihadismo, que tiene mucho de suicidio del islamismo, de autodestrucción de un mundo que no aporta nada al conjunto de la especie, fuera de las reservas petrolíferas, que no ha descubierto nada, que no ha contribuido con ningún adelanto técnico, que es solamente, en su desquicie, un factor de inestabilidad y sufrimiento, de tiranías crueles y de servilismo y miseria.
La cuestión es plantarle cara y dar marcha atrás en el proceso de ingeniería social que ha llevado ese peligro al interior de las sociedades europeas. Eso pasa por la sustitución de los actuales dirigentes europeos, de cuantos, con tanta impostura e hipocresía, se pusieron al frente de la pancarta en París. Y también de los partidos que los sustentan. Eso implica una reacción salvadora de los ciudadanos europeos, que sí se está produciendo, de manera alentadora, aunque en España continúe la tiranía de lo estúpidamente correcto. La posibilidad de que Marine Le Pen y el Frente Nacional gobiernen en Francia o el UKIP en Inglaterra o la Alternativa para Alemania en aquel país, con el ascenso general de las formaciones patrióticas y antiislámicas, abren fuertes perspectivas de esperanza y solución de cara al futuro. También el final del degradante mandato de Barack Husein Obama es otro dato esperanzador.
Habrá que acabar con el asistencialismo tontorrón y suicida, con la nacionalidad como patente de corso, con los viajes turísticos a Siria, expulsar a los integristas de Europa, cerrar las mezquitas que promuevan el asesinato. El yihadismo nunca hubiera sido el peligro que ahora nos acecha con un Occidente fuerte y dejará de serlo cuando Europa se recupere en sus valores y erradique a quienes la han hundido, los políticos europeos a derecha e izquierda. Traidores y canallas.
fuente : http://www.alertadigital.com/2016/07/15/o-europa-o-islam-estos-son-algunos-de-los-traidores-que-han-metido-al-enemigo-en-casa/

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