lunes, 28 de marzo de 2016

1.800 personas y más de 6.000 cabezas de ganado fueron victimas instantáneas de Nyos, el lago asesino








1.800 personas y más de 6.000 cabezas de ganado. Estas son las muescas en el cinturón que el terrorífico lago Nyos, en Camerún, se anotó en un cálido día de agosto de 1986. ¿Y cómo hace un lago para matar tantas vidas? No, no hubo ninguna inundación. Las aguas no arrastraron ni ahogaron a nadie. Tampoco provocaron ningún derrumbamiento o movimiento sísmico. ¿Entonces? El arma del delito fue el dióxido de carbono. Toneladas de dióxido de carbono que asfixiaron sin remedio a todos los seres vivos de los alrededores. Así es cómo ocurrió.
El secreto de su letalidad se encuentra en su naturaleza: el lago Nyos es un lago de origen volcánico. Bajo sus aguas y su superficie se encuentra un antiguo volcán inactivo, enorme. De hecho, Nyos es solo uno de los varios maars, lagos formados tras la explosión volcánica que existen en el campo volcánico de Oku. Pero, aunque inactivo, el volcán se extiende 1.600 kilómetros y no permanece dormido del todo. Así, bajo la superficie de Nyos, hundido en la profundidad, la lenta y perezosa actividad del volcán produce gases que se filtran hacia la superficie de la tierra y se disuelven en el agua. El agua, más caliente se mantiene en la parte de arriba del lago, calentada por el sol. El fondo, sin embargo, permanece más frío. Así se forman varias capas que no se mezclan debido a la temperatura y densidad del agua, la cual varía también con la disolución del dióxido de carbono y otros gases.

Una explosión fría

De pronto, un día, el gas satura el agua mucho más allá de lo que el lago puede soportar. Se produce entonces lo que se conoce como una erupción límnica. A medida que el dióxido de carbono alcanza cotas superiores, la presión es menor y, por tanto, se disuelve con mayor dificultad, saturando aún más el agua. Al final, toda la concentración de gas se libera de forma masiva en la superficie del lago, normalmente desplazando al agua en explosiones bajo la superficie. La nube de dióxido de carbono frío comienza entonces a recorrer la superficie a unos 50 km por hora, según se estima.
Todo lo que atrapa la nube es asfixiado en cuestión de minutos. El dióxido de carbono es un gas inodoro, ligero y transparente. En nuestro cuerpo produce un adormecimiento, confusión y finalmente la muerte “dulce”, sin que notemos nada. Si se sobrevive al gas, se nota un dolor de cabeza intenso y puede dejar secuelas neuronales. Esto se debe a que el dióxido de carbono sustituye al oxígeno en nuestra sangre cuando alcanza ciertas concentraciones (muy bajas, en comparación), de manera que nos “asfixia desde dentro”, por decirlo de alguna manera. Así, en aquel día de 1986, el lago arrojó unas ochenta toneladas de dióxido de carbono acumulado que recorrieron la región como un ángel de la muerte. Tan solo tres personas se salvaron ese día.

Los lagos asesinos

Pero Nyos no es el único lago asesino. Se conocen al menos tres lagos volcánicos productores de nubes de dióxido de carbono. Aparte de Nyos se ha documentado también el mismo proceso en el lago Monoun, también de Camerún y a treinta kilómetros de Nyos, y el lago Kivu, en el Congo. De estos, un caso parecido ocurrió en el lago Monoun dos años antes del desastre de Nyos. En 1984 una nube procedente del lago acabó con 37 personas. Eso sí, nada podría haber alertado de lo ocurrido a los habitantes junto a Nyos, cuya nube de dióxido de carbono fue mucho más densa. No obstante, no se ha documentado ningún caso tan bien como el de Nyos, cuyos tres supervivientes fueron capaces de contar cómo se encontraron, de repente, rodeados de cadáveres que parecían haber caído en un sueño profundo.
Y no solo personas: animales domésticos, ganado, e incluso algunas aves fueron víctimas del asesino silencioso. Tuvo que resultar una situación terrorífica y extraña. Los propios supervivientes cuentan como sentían la debilidad en sus cuerpos, mientras escapaban en un momento de lucidez. A raíz del desastre de Nyos, varios equipos y expertos se interesaron por estos maars y erupciones límnicas, dando una explicación a lo que pudo ocurrir aquel fatídico día. A día de hoy hay varios trabajos de purificación de gases llevados sobre el lago. Estos consisten, básicamente, en sacar el agua de las capas inferiores para airear el dióxido de carbono acumulado. Por ahora el sistema ha funcionado. No obstante, ¿qué más lagos asesinos quedan por el mundo, ocultando en sus profundidades un peligro mortal?.
fuente . http://diarioecologia.com/1-800-personas-y-mas-de-6-000-cabezas-de-ganado-fueron-victimas-instantaneas-de-nyos-el-lago-asesino/

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