domingo, 5 de abril de 2015

Conservacionistas quieren trasladar cien rinocerontes para protegerlos de la caza furtiva



Los conservacionistas quieren trasladar unos cien rinocerontes en un desesperado intento por salvar a estos animales amenazados de los cazadores furtivos y establecer nuevas poblaciones salvajes. Sin embargo, no es fácil subir a barcos o aviones a ejemplares de hasta dos toneladas y media.

«La situación de los rinocerontes es muy grave, por eso estamos trasladando rinocerontes de las zonas con mayor presencia de cazadores», afirma Dereck Joubert, director de documentales y conservacionista que trabaja en Botsuana.


Quedan aproximadamente entre 4000 y 5000 rinocerontes negros y 20 000 blancos en África. Los cazadores matan uno cada siete horas y media, es decir, que se registran más de mil rinocerontes muertos al año a consecuencia de sus codiciados cuernos, que son vendidos en los mercados negros de China y Vietnam.

Joubert y su mujer lanzaron el año pasado una campaña llamada «Rinocerontes sin fronteras», que ha trasladado recientemente diez ejemplares de reservas superpobladas de Sudáfrica a otras zonas protegidas del país. Los animales están siendo tratados por enfermedades y parásitos y en unos meses volarán a otro parque en el norte de Botsuana. Este país es considerado relativamente seguro para rinocerontes, en parte porque tiene una población de tan solo dos millones, frente a los 53 de Sudáfrica, y la corrupción es baja. Además, su gobierno ha solicitado la ayuda del ejército para luchar contra los cazadores furtivos.


Otros animales ya han volado en condiciones parecidas, pero esta vez se trata de unos rinocerontes de gran tamaño. El equipo espera trasladar otros 25 ejemplares para finales de año y 65 el año que viene. A 45 000 dólares por ejemplar, se trata sin duda de una operación costosa, y cada traslado necesita varios meses para completarse.

Cuando los animales que van a ser trasladados han sido seleccionados, los expertos les disparan un dardo sedativo, los atan, tapan los ojos y los introducen en una jaula. Los mantienen en cuarentena durante seis semanas para reducir las posibilidades de propagación de enfermedades y les introducen microchips en el cuerpo y el cuerno. De esta manera saben al momento si el cuerno ha sido separado del cuerpo por un cazador.


Cuando están listos, suben a unos cinco ejemplares a un avión de carga y solo los liberan en tierra donde otros rinocerontes no han establecido todavía sus territorios, para evitar conflictos entre ellos. El proceso completo tiene una mortalidad de entre el dos y el cinco por ciento, mayormente por el riesgo de sobredosis de tranquilizantes o sobrecalentamiento.

El programa ha sido objeto de críticas, pues algunos expertos afirman que queda por ver si el traslado de rinocerontes realmente los protege de los cazadores furtivos. Joubert, por su parte, afirma que situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas, y que la pérdida de vida salvaje que está experimentando África necesita que trabajemos en busca de soluciones.


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