jueves, 22 de enero de 2015

Murgas y homofobia













El 14 de noviembre “del año del Señor de 1959” el obispo Antonio Pildain envió una carta al Gobernador Civil de Las Palmas Honorato Martín-Cobos en la que le decía: “Vuecencia recordará como, hace un año, me vi obligado a hacerle presente, por medio de mi Iltmo. Sr. Vicario General, mi respetuosa pero dolorida protesta ante el hecho de que aquí se celebrasen en pleno verano y otoño bailes de desfraces que están prohibidos en el propio Carnaval, con la incalificable circunstancia agravante de haberse celebrado durante los días mismos en que estaba de cuerpo presente el cadáver de Su Santidad Pío XII, y que el Gobierno había declarado día de luto para toda la Nación.

(…)Con nombre de bailes de trajes y el pretexto de serlo en beneficio de lucha antituberculosa, de la salvación de la UD Las Palmas, u otros semejantes, han venido celebrando verdaderos bailes de disfraces y máscaras en los que no pocos de los concurrentes visten trajes del sexo contrario, llevando unos y otros sus caras cubiertas, sirviendo, según es voz pública, de regodeo y feria predilecta a los innumerables homosexuales y prostitutas que pululan por esta capital y sus alrededores”.
El Gobernador Civil le respondió con una misiva en la que señalaba su sorpresa porque desconocía la celebración de esos bailes de máscaras prohibidos y se comprometía a aumentar la vigilancia para que se respetasen las leyes franquistas . Las cartas de Pildain a la que aludimos están publicadas en un libro de Agustín Chil Estévez. Para ser justos hay que reconocer que de la misma forma que el carismático obispo vasco mandó muchas cartas parecidas como la citada al Gobernador Civil, también Pildain intercedió a favor de algunos presos políticos, solicitó el indulto de El Corredera y en algunas misivas dirigidas a Franco llegó a denunciar los salarios de hambre o el desempleo.
La carta del obispo provoca hoy risa de la misma forma que entonces la represión que sufrieron esos “innumerables homosexuales y prostitutas que pululan por esta capital” a instancias de la autoridad eclesiástica seguro que provocó mucho miedo a sus víctimas. El texto de Pildain nos da una pista importante de la historia de Canarias, el carnaval fue una fiesta que molestaba al poder político( y al divino), eso de pasarlo bien no gustaba a un régimen que se sustentaba en el miedo. Y los homosexuales de entonces formaron parte de ese desafío al poder. Es un dato que conviene recordar cuando vemos que la Afilarmónica Ni fú Ni fá quería estrenar estos carnavales una canción sin gracia maldita que hace una caricatura de los homosexuales que podía haber escrito aquel Gobernador Civil franquista.
La reacción en las redes sociales provocó que al final los Fufa hayan retirado la canción (ellos dicen que lo hacen porque recibieron amenazas de muerte, algo que si es cierto es totalmente rechazable. Cuenta Pepe Alemán en su libro “Crónicas para cuasi cuarentones” que en Tenerife los carnavales pudieron celebrarse como “fiestas de invierno” porque tuvieron al obispo Pérez Cáceres que no era tan fundamentalista como Pildain. Franco Gascón (sucesor de Cáceres en el obispado nivariense) intentó hacer una campaña en contra de las fiestas de invierno y, según cuenta Alemán: “una mañana aparecieron ante el Palacio Espicopal unas viejas maletas con un billete, significativa invitación a que cogiera rumbo y nos dejara tranquilos”.
Decía el alcalde de Santa Cruz de Tenerife José Manuel Bermúdez que si se prohibía la polémica canción se atacaba la “idiosincracia del carnaval”. La verdad es que por más que leo la letra no le veo ninguna idiosincracia carnavalera. Porque la identidad de las carnestolendas (desde que eran fiestas de invierno y antes) es el humor y la crítica al poder. El peloteo mutuo entre concejales, alcaldes y murgueros no es carnaval. El problema no está en los Fufa, toda una institución de la popular fiesta. El problema hace años que está en muchas murgas de los carnavales de las dos capitales canarias que se han olvidado que se trata de pasarlo bien y de aprovechar las letras para ser críticos con el poder. Asuntos hay de sobra en Tenerife o Gran Canaria para criticar. Una vez formé parte del jurado de la final de murgas en la capital grancanaria. Aguanté el tipo ante algunos murgueros (no la mayoría) que señalaban a un ataúd y nos avisaban al jurado que allí íbamos a acabar si se producía tongo. Fue una ceremonia ombliguista donde unas murgas criticaban a las otras en sus letras y hablaban de ellos en lugar de los problemas ciudadanos. Pensaba que todo era una broma hasta que vi que la policía nos acompañaba a la habitación donde íbamos a reunirnos porque el año anterior el veredicto había terminado con algunos piñazos y amenazas. Al amigo que me invitó a ser miembro del jurado no le di las gracias, le mandé un mensaje claro: Más nunca.
https://juanglujan.wordpress.com/

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