“Era mi deber hacerlo y lo hice”, esto dijo uno de los activistas de Greenpeace cuando fue juzgado el pasado mes de septiembre por la acción de protesta pacífica en la central nuclear de Fessenheim en Francia. Esto mismo es lo que dirían los 16 activistas que participaron en la acción en la central nuclear de Cofrentes en España en 2011 para mostrar su peligrosidad, y por la cual van a ser juzgados en los próximos días pidiéndoles casi 3 años de cárcel.
Cofrentes, al igual que Fessenheim, ha superado los 30 años de vida operativa. El envejecimiento de los reactores nucleares es un hecho a pesar de las mejoras y de las reparaciones, y con ello la probabilidad de un accidente va también en aumento. Los reactores nucleares contienen componentes que no pueden ser reemplazados, incluyendo la vasija a presión y la contención del reactor. Pero no sólo Fessenheim comparte semejanzas con Cofrentes, al menos en 17 reactores nucleares por todo el mundo hemos encontrado características y dolores de cabeza parecidos.
En Bélgica, el reactor 3 de la central nuclear de Doel, tiene también más de 30 años de vida de diseño y la vasija de su reactor fue construida por la misma compañía holandesa, Rotterdamsche Droogdok Maatschappij (RDM) que la vasija de Cofrentes. En la actualidad Doel 3 está parada debido a que tiene gravísimos problemas de seguridad derivados de las más de 8.000 fisuras encontradas en su vasija. Al igual que en el reactor 2 de Tihange, también en Bélgica, y que está afectado por el mismo problema. Y muy cerca, en los Países Bajos, está la central nuclear de Borssele, más de 40 años de funcionamiento, que Greenpeace, al igual que Cofrentes también ha denunciado en repetidas ocasiones.
Tambien tienen mas de 30 años Gundremmingen B y C, en Alemania, que al igual que Cofrentes poseen reactores de agua en ebullición, Boiling Water Reactor (BWR), y también tienen un aumento del 10% de su potencia, y todos ellos han sufrido paradas de emergencia por problemas en válvulas y tuberías. La diferencia está en que Gundremmingen cerrará en 2017, y Cofrentes tiene licencia hasta 2021 por lo menos. Los diseños BWR, también los encontramos en Tarapur 1,2, en India, donde han dejado de utilizarse tras los problemas por fugas radiactivas en una tubería.
Al este de Europa, en la República Checa, está Dukovany. Una central nuclear con 4 reactores a los que también se les ha prolongado el ciclo de vida por encima de los 30 años, hasta los 50, y a los que también se les ha aumentado la capacidad como en el caso de Cofrentes. El aumento de la potencia de un reactor puede comprometer aún más los márgenes de seguridad. Por ejemplo, el aumento de la producción de energía térmica supone un aumento de la producción de vapor y de agua de enfriamiento, lo que da lugar a mayores tensiones en las tuberías y sistemas de intercambio de calor, por lo que se agravan los procesos de envejecimiento.
Hungary Paks 2, en Hungría también tiene más de 30 años. Esta central nuclear sufrió en 2003 un incidente clasificado como nivel 2 en la escala INES, debido a que se produjo una rotura de las barras de combustible gastado en la piscina, y no existe contención secundaria. En Cofrentes, en el año 2009 también sufrió un suceso clasificado con el nivel 1, debido a la caída de un subelemento combustible, mientras se trasladaba, dentro de la piscina de combustible gastado para su inspección. La central de Krsko, en Eslovenia, también con más de 30 años, donde al igual que en el resto, el envejecimiento físico de los sistemas, de las estructuras y de los componentes va en paralelo al envejecimiento tecnológico y conceptual, ya que los reactores existentes sólo permiten una implementación limitada de las nuevas tecnologías y los conceptos de seguridad. En el caso de la nuclear eslovena la protección ante terremotos es insuficiente, en el caso de Cofrentes están analizando y aumentando la capacidad de resistencia sísmica, porque los márgenes también eran insuficientes.
Más hacia el norte, en Suecia, la central nuclear de Forsmark 1, es también un reactor BWR, y con más de 30 años, sin contención secundaria adecuada. En el año 2006 se produjo un incidente grave clasificado en el nivel 2 según la escala INES, cuando los motores diesel de emergencia no funcionaron. También en esta central como en Cofrentes los activistas de Greenpeace denunciaron la falta de seguridad.
Valencia está a 100 Km de Cofrentes y tiene una población de casi 800.000 habitantes, Requena está a 36 y tiene 21.000 habitantes, al igual que Hartlepool, en el Reino Unido, con también más de 30 años, y ciudades muy pobladas en sus proximidades, o como el caso de Hunterston, para la que se reclama un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para la ampliación de su vida útil. En Ucrania, la central de Rovno 1 y 2, también con más de 30 años, también ha demandado un EIA a la Convención Espoo. En el caso de Cofrentes la ampliación de su licencia se publicó el mismo día de la cataśtrofe de Fukushima, sin ninguna consulta pública.
Hace tres años cuando se hizó la acción de Cofrentes nadie podía imaginar lo que un mes después iba a ocurrir en Fukushima. Un desastre nuclear que a día de hoy está lejos de concluir. Fukushima Daiichi, en Japón, tenía un reactor nuclear suyo suministrador es General Electric, el mismo que Cofrentes, no disponía de sistemas de venteo filtrado igual que en Cofrentes, y sobre todo en Fukushima los responsables institucionales fallaron porque fueron incapaces de reconocer los riesgos que entraña un reactor, incapaces de reforzar las medidas de seguridad nuclear cuya deficiencia ya se conocía y, en última instancia, incapaces de proteger a la población y al medio ambiente. Igual que en Cofrentes.
Pero sin duda la central nuclear de Santa María de Garoña es el mayor dolor de cabeza en España, no sólo comparte el mismo operador que Cofrentes que es Iberdrola, también es la más antigua de la Unión Europea con 43 años, y al igual que la vasija de Cofrentes fue fabricada por la misma compañía holandesa que los reactores de Doel y Thiange. Está cerrada pero el Gobierno de España está procediendo a su reapertura cambiando leyes y sin consultas públicas ni medioambientales.
La semana que viene, 16 activistas y un fotoperiodista independiente se enfrentan al juicio más duro de la historia de Greenpeace España, donde les piden penas de hasta 3 años de cárcel. Defender el medio ambiente es nuestro derecho y nuestro deber, y la energía nucler es prescindible, peligrosa y cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario