Hace tan solo unos días, exactamente el lunes, el afamado periodista Jordi Évole exponía a los lectores de El Periódicode Cataluña el caso del ministro de Turismo que se ufana de veranear en un hotel de lujo en Lanzarote, el Gran Meliá Volcán , declarado ilegal por la justicia española. A su vez, Évole recordaba las palabras pronunciadas por José Manuel Soria en el Congreso de los Diputados respondiendo a una pregunta parlamentaria de Gaspar Llamazares: "No acostumbro a pedir la licencia de apertura a los hoteles donde me hospedo". Chulería marca de la casa.
La misma semana en que el director de Salvados recordaba esos episodios, solamente resaltados en Canarias por este periódico, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, del mismo partido que el ministro transgresor, cometía uno de sus deslices habituales: para defender a la Biblioteca Pública del Estado, condenada a la piqueta por la negligencia del mismo ministro cuando era el alcalde, a Juan José Cardona no se le ocurría nada mejor que manifestarse partidario de derribar antes "los cuarenta hoteles" ilegales de Lanzarote. Además de la exageración en el número de establecimientos infractores, propia quizás de la desesperación del momento, Cardona olvidó, en primer lugar, las vacaciones de su jefe de filas, que ha soslayado siempre la ilegalidad de los hoteles en los que veranea. Y, en segundo lugar, la postura oficial y prieta las filas de su propio partido, el PP, siempre tan laxo con los atentados contra el territorio y contra las leyes que a duras penas tratan de preservarlo de la mano nunca vacilante de los depredadores.
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