jueves, 27 de junio de 2013

De Parador Nacional de Fuerteventura a palomar.

Tres meses después de su cierre el estado del inmueble es de total abandono

El edificio del antiguo Parador Nacional, propiedad del Cabildo de Fuerteventura, se encuentra en el más absoluto abandono tres meses después del cierre del emblemático establecimiento. Ya lo estuvo durante su última etapa como hotel lo que provocó que el pasado 11 de marzo la institución insular echara el cerrojo tras 44 años de servicio al sector turístico. Esta decisión provocó el despido de 15 trabajadores. Habitaciones ocupadas, jardines secos, restos de podas o suciedad en pasillos y muebles conforma un ambiente desolador. Roedores, gaviotas y palomas son los nuevos inquilinos.
El pasado 11 de marzo se echo el fechillo al edificio del antiguo Parador Nacional. Atrás quedaban 44 años de servicio al sector turístico insular y 15 familias sin trabajo. Si ya el emblemático edificio se encontraba deteriorado, en la actualidad presenta un estado lamentable donde los roedores, gaviotas y palomas se han adueñado de las instalaciones. Por si fuera poco, algunas de las habitaciones y locales vienen siendo ocupadas por desconocidos. La presencia del Destacamento de la Guardia Civil de Tráfico en unas instalaciones anexas al antiguo hotel ha frenado la presencia de okupas. Pero no tardarán en llegar.
El edificio, propiedad del Cabildo de Fuerteventura tras aceptar la cesión gratuita por parte del Estado español en noviembre de 2004, se encuentra en un total abandono. Esta situación se percibe desde que se accede al recinto. Las banderas parecen más trapos sucios y descoloridos que enseñas oficiales amarradas a unos mástiles destartalados, parte de la zona de aparcamientos están ocupados por material de una escuela de Surf esparcidos por todas partes, mientras que el deterioro de la fachada, terrazas y jardines son elocuentes. La presencia de una enorme cantidad de restos de podas supone un serio riesgo de incendio. Por si fuera poco, la humedad se ha apoderado de paredes y muebles, la suciedad de pasillos y habitaciones, mientras que el silencio se ha adueñado de un inmueble que forma parte de la historia insular, no solo como centro hotelero sino como lugar de encuentro y ocio de los majoreros.
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