lunes, 20 de mayo de 2013

Perseguidos y condenados en África

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Se llama Ali Al Jatab, pero en Gao, ciudad del norte de Malí, todos le conocen como Alí Tchini (el pequeño Alí). Miembro de la etnia tuareg, a sus 30 años, nunca ha podido reconocer abiertamente que siente atracción por los hombres. Pero en esta ciudad de 75.000 habitantes todos se conocen y todos saben que Alí tiene “un amigo”, que se viste “diferente” y que hace “cosas de mujeres”. Una noche del pasado mes de diciembre, siete hombres armados vinieron a buscarle a su casa. Sin mediar palabra, lo cogieron en volandas, lo subieron a un coche y se lo llevaron a la Alcaldía. Allí, lo esposaron y empezaron a pegarle con una vara. “Pregunté por qué, pero me dijeron que allí eran ellos los que preguntaban”, recuerda Alí.
Por aquel entonces, la ciudad de Gao estaba controlada por el grupo terrorista Movimiento por la Unicidad del Yihad en África del Oeste (Muyao). Pasados unos días lo llevaron ante un cadí o juez islámico. “Yo estaba aturdido, no recuerdo mucho, pero el juez dijo que yo pertenecía al pueblo de Lot y que debía ser condenado”. Alí había sido acusado de prácticas homosexuales y, sobre la marcha, fue transferido a la prisión, donde estuvo algo más de un mes. “Fue terrible, los guardias no querían mirarme. Me tiraban la comida como a un perro”.
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