¿Autoedición o Editoriales?
Hace unos meses pude leer algo que, El Duendecillo Valiente, había
editado en su propia casa.
Tuve la suerte de poder hacerle una mini entrevista y, con su permiso, os
la relato.
- Buenos días Caballero – le dije. Un placer poder tener una pequeña
entrevista con usted.
- El placer es mío – me respondió. Pregunte que yo le diré lo que crea
oportuno.
- Veo que es usted “el autor y el editor” de sus relatos y novelas, ¿le es
más cómodo hacerlo así o…? – le pregunté.
- Más cómodo, en cierto modo, lo es. Lo que pasa es que en algunas
editoriales te suelen pedir lo que no tienes para que te publiquen tus
relatos y novelas que, para ti, tienen sentido y valor y para algunas, no
todas, no lo tienen. – me respondió.
- Me ha dejado un poco desconcertado en su respuesta, ¿me lo puede
aclarar? – pregunte
- Es muy sencillo – dijo. Cuando empecé a escribir y con la intención de
publicar, alguna editorial te pedía “euros” por delante, es decir, que, para
publicarte cien ejemplares con dibujos en el interior de tu relato, si los
ponías tú, más o menos te salía por seis euros con cincuenta céntimos de
euro por cada ejemplar…
- ¡Caray! – exclamé llevándome las manos a la cabeza. Eso es mucho
dinero por su parte sin saber si el libro se venderá o no.
- Sí, así es – respondió. Ahora bien, si los dibujos los ponían ellos, los de la
editorial, la cosa cambiaba y ya no eran cien ejemplares, ahora eran
doscientos ejemplares y a nueve euros cada uno.
- Doscientos libros a nueve euros son… ¡¡uff!! Lo que tendría usted que
dar sin ver nada publicado – le dije con cara desorbitada…
- Pue sí – respondió. Y me daban facilidades de pago: en dos, tres o cuatro
trimestres…
- Ahora entiendo por qué va usted así, por la “vía libre” – le dije.
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- Un amigo que aconsejó comprar una buena impresora, una máquina de
encuadernar, los ganchillos, las tapas de plástico o cartón duro, sobres,
etc. y ver si daba buen resultado – dijo con la mirada puesta en el cielo,
como si le llegara del más allá la inspiración a sus palabras.
- Y es así como comenzó su andadura en este mundillo de los escritores –
me imagino que así fuera…
- Y lo más importante de todo fue inscribirlos en el Registro de la
Propiedad Intelectual y, a algunos, les compré su ISBN – dijo sonriente y
con cara de pillín.
- ¿Todo eso es necesario? – pregunté con cierta curiosidad…
- Es necesario si no quieres que algún avispao te robe tu trabajo y tus
ideas – respondió con mirada seca y palabras seguras. Si no haces eso, que
es por pocos euros, todo lo pierdes e incluso tú mismo puedes cometer
plagio de tu trabajo que otro te ha robado.
- ¡Caray! – exclamé. No pensé que la cosa fuera tan dura…
- Lo es, y así debe ser con todo – respondió sonriente y apaciguando sus
manos que estaban algo tensas.
- Y… sus obras son conocidas o solo las conocen por Telde y poco más –
pregunté con cierta ironía y, a la vez, curiosidad.
- Modestia aparte, mis obras están muy repartidas por toda Europa y
Sudamérica – respondió con una sonrisa de oreja a oreja. Muy repartidas y
con buena crítica.
- Si no es mucho preguntar, ¿podría enumerarme algún lugar que hayan
llegado? – pregunté con esa intriga que todos solemos tener en aquello
que nos interesa…
- Como bien sabe, tengo ya escritos, registrados, y publicados treinta y
nueve historias, entre relatos y alguna novela. – me dijo.
- Y…
- Y están muy repartidas entre las islas canarias y baleares, en la Península,
en lugares como: Murcia, Albacete, Madrid, Alicante, Valencia, Gandía (de
donde soy), Barcelona, Sevilla, Plasencia, Navaconcejo, Huelva, Granada,
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Málaga, Toledo, Cádiz, Córdoba, Badajoz, La Coruña, Almería, - iba
diciendo a la vez que ojeaba su gruesa libreta de direcciones y pedidos…
- Y, en Sudamérica, ¿también? – pregunté con intriga…
- Allí tienen todas mis obras literarias en: Bogotá (Colombia), San Pedro
Sula (Honduras), Mérida Yucatán (México) – decía muy sonriente.
- ¿Nos dejamos algún lugar por nombrar? – pregunté al verlo rebuscar
entre tus papeles, como si buscara algo que se le olvidaba…
- ¡Sí! – dijo con voz firme y segura. Se me olvidaba que, en Europa,
también tienen mis obras en: Roma y Verona (Italia), Lyon, París (Francia),
Manchester (Inglaterra)…
- ¿Y toda esa publicidad la pagó de su bolsillo? – pregunte mirando aquella
cara de satisfacción que ponía.
- No. No pagué ninguna publicidad – dijo mientras sujetaba su cartera.
Todo cuanto se hizo fue a través de las redes sociales y el “boca a boca” de
la gente que me lee y sigue. En publicidad no gasté nada.
- ¿Piensa seguir publicando como hasta ahora?
- Mientras El Creador me de fuerzas, aquí estaré para contar mis historias
y las que me dan para que las publique.
- Gracias, muchas gracias por esta entrevista…
- Un placer. Hasta cuando guste – me dijo a la vez que nos dábamos un
abrazo.
Y, como siempre digo, es mi humilde opinión. La humilde opinión de… El
artesano de la ficción.
Telde, 11/12/2023
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