Esta es la oración que cada día hacemos cuando acudimos a hacer la compra, nada importa
que vayamos al súper o a la plaza del mercado, pues en cada lugar que llegamos los pelos
se nos ponen como escarpias al ver los cartelitos que nos anuncia que hoy también
dejamos una buena parte del sueldo en la caja.
Si usted piensa hacer un buen potaje canario con la verdura fresca, piénselo dos veces
porque le costará tanto como un viaje a Madrid.
Algunas personas optan por elegir las congeladas, y usted dirá que no es lo mismo y puede
que tenga razón, pero no debe preocuparse ya que mantienen todas sus propiedades y se
puede ahorrar unos cuantos eurillos que nunca vienen mal.
Todo va subiendo cada día más dejando al trabajador en una penuria que parece no tener
fin. Por cada euro que nos suben en los sueldos el precio de la comida siempre va por
delante con lo que es más de lo mismo.
Últimamente se ha puesto de moda la venta directa del agricultor al consumidor. Esto, en
ocasiones, no es tan bonito como nos lo quieren vender y nunca mejor dicho, ya que en
algunos casos cuesta tanto como en la plaza o supermercado.
Pobre del obrero mileurista que apenas tiene para comer.
María Sánchez.
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