Las voluntarias y voluntarios de caritas Diocesanas o centros de acogida,
llevan a cabo un trabajo que poca gente conoce, pero que sin su
colaboración sería casi imposible. Es por este motivo que hoy les dedico
mi artículo semanal.
De todos es conocida la ayuda o prestaciones que se ha realizado entre las
familias menos favorecidas porque el destino inexorablemente les ha
vuelto la espalda haciendo que se vean abocados a buscar asistencia allá
donde se les puede proporcionar.
Esta ayuda llegaba, principalmente, de las iglesias o parroquias del lugar
donde vivía la persona afectada, lo que fue y sigue siendo, Caritas
Diocesanas.
Años atrás la entrega de alimentos se hacía a los vecinos parroquiales que
se sabían necesitados de estos alimentos pero, los años pasan y las
necesidades se incrementan cada vez más, todo se ha agravado por la
falta de trabajo a lo que hay que añadir la entrada a nuestro país de
personas que llegan huyendo de situaciones cada vez más difíciles de
soportar.
Con la necesidad de solicitar alimentos se agudizó la parte más picaresca
del español que lo lleva a la mentira y el enredo. Si bien es evidente que
hay muchas personas a las que no les llega el agua al cuello o la comida
hasta el fin de semana, también se han detectado casos en los que un
beneficiario demanda ayuda en cada lugar en el que se lleva a cabo el
reparto de alimentos.
Por esta razón Caritas Diocesanas o el banco de alimentos solicitan la
labor de las y los trabajadores sociales, quienes hacen un seguimiento a
las personas que solicitan la ayuda alimentaria con lo cual se sabe a
ciencia cierta quien de verdad lo necesita y quien, por el contrario,
pretende aprovecharse de la situación.
Este trabajo recae en los y las técnicas y, por su puesto en las voluntarias
y voluntarios a los que felicito desde estas humildes letras.
Mary Almenara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario