Artículo de opinión.
No han pasado muchos meses desde que me acerqué al punto limpio que se encuentra ubicado en las Rubiesas. Al llegar a la puerta de entrada me recibió un señor con cara de pocos amigos, nada más verme y sin contestar al saludo que le dirigí me pregunta si tenía cita previa, cosa que desconocía que fuera necesaria, al contestar negativamente, me dice que no puedo entrar.
Ante su actitud le dije que pediría cita y volvería, con no muy buenas maneras me dio acceso, indicándome donde debía tirar lo que llevaba, le comenté que no podía tirarlo todo en el mismo lugar ya que habían deshechos de varios materiales diferentes… hierro, pilas usadas y un tonel de tinta.
Ante está actitud me negué a dejarlo a lo que insistió diciendo que ya lo separarían, evidentemente no se si lo hicieron.
Esta es mi experiencia, ahora paso a relatarle lo que le ocurrió a un amigo.
Como en cualquier casa, ocurren pequeños accidentes caseros… un baso que se rompe o un plato que llevo el mismo camino, y más donde hay niños, por lo que mi amigo cuando se dio cuenta ya tenía una bolsa llena de cristales y cerámica.
Como buen ciudadano no quiso tirarlo en cualquier contenedor por lo que se acercó al punto limpio del que ya hablo al principio. Al llegar le recibieron más o menos como a mí, con muy mala cara, al preguntar que donde colocaba cada cosa le señalan una montaña de escombros y le dicen que lo deposite todo allí, él insiste diciendo lo que desea tirar. El empleado también insiste diciéndole que los deje en los escombros y, con las mismas dudas que yo, sale del lugar preguntándose si los separan o lo entierran todo entre aquellos escombros.
Ante esto mi amigo y yo nos preguntamos ¿Por qué una persona que trabaja de cara al público es tan desagradable? ¿Por qué no hay un mejor control en los despojos que llevamos? Y por último ¿No sería posible que nos reciba una persona un poco más agradable.
La dejadez existente en este lugar se puede observar incluso en el cartel orientador.
De seguir así, de punto blanco pasará a ser un batiburrillo donde todo se junta.
Mary Almenara
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