Marisol Ayala
Hace unos días una amiga me envió un WhatsApp con una coletilla “te vas a caer de culo, eh!”. Como se imaginan me picó la curiosidad, lo dejé todo, lo abrí y leí asombrada. Hace 18 años, en el 2003, Loly Castellano, así se llama la denunciante, acudió a Alcampo para hacer una compra pequeña, por eso llevaba poco dinero en efectivo.
De pronto en un descuido dos mujeres jóvenes le metieron la mano en el bolso y le robaron el DNI, las tarjetas y el carné de conducir. Hagan cuenta y comprueben que han pasado 18 años desde aquel día. La lenta y por tanto injusta Administración de Justicia es ridícula y desconsiderada. Me gustaría que un juez con dos dedos de frente le razonara a la sociedad eso de la demora judicial de la que hablamos hoy porque en señalar juicio plano, facilito, tardar 18 años es de récord y debía ser delito. Me extrañaría que alguno fuera capaz de abrir la boca. En esos años a Loli le ha dado tiempo para batallar y ganarle a un cáncer que apareció en su vida. Hoy vencido y feliz. “Es duro lo que cuentas amiga”, le digo, “y tanto Ayala, lee la sentencia, la fecha, la fecha…”. Ay, la fecha. Loly denunció el robo el mismo día que lo sufrió en el 2003. Durante años ha ido mil veces al juzgado para saber cómo iba el proceso hasta que al fin la justicia cree que hizo justicia tardando 18 años en citarla a declarar. No sé si un atropello judicial como el que cuento hoy no merecería ser indemnizado y penado. Un juicio que tarda 18 años en celebrarse es maltrato al administrado. La justicia de dos velocidades la que contenta a los políticos, rapidita, y la no contenta a ciudadanas como Loly, espere fuera.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
Señora Ayala: bien dice el refrán que las cosas de palacio van despacio, y siendo del palacio de ¿justicia? Puede llegar el día del juicio final por la noche. Lo siento por su amiga y por todas las personas que están en la misma situación.
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