Opinión
Artículo de María Almenara
Cuando uno deja las cuatro esquinas de la casa y sale a la calle a dar un paseo, se da de bruces con la realidad observando que no es oro todo lo que reluce.
Nos encontramos, por ejemplo: baches en las calles, aceras casi intransitables, baldosas levantadas y así un largo rosario, con los misterios incluidos, de cosas que requieren más atención por parte de los concejales a los que corresponda.
Podría empezar por el abandono total que tienen los árboles y parterres quienes están pidiendo agua a gritos y por señas. Aun sabiendo que este preciado liquido escasea creo que no faltaría un poco para apagar la sed que los está llevando a una muerte segura.
Así continuaría con tantos y tantos problemas a los que nos enfrentamos en nuestras calles, pero creo que de esto ya se ha hablado por activo y por pasivo o pasividad, actitud que toman los responsables de turno.
Pero, como digo al principio, no todos somos inocentes y con este adjetivo me dirijo a los ciudadanos que van dejando sus credenciales, entiéndase suciedad, por donde quiera que pasan… no podemos pretender que detrás de cada uno de nosotros vaya, cual lacayo, una persona para recoger por ejemplo; los papeles que ya no necesitamos, las mascarillas que ya no usamos, las cacas de nuestros perros que solo recogemos cuando nos están mirando, no son todos pero sí más de los que puedan imaginarse, y así un largo etcétera.
Por otro lado tenemos al ciudadano incívico, irrespetuoso y mal educado, esto lo digo con conocimiento de causa y visto con mis propios ojos. Sin ir muy lejos, ayer estando parada en un semáforo observe como muchas personas cruzaban el paso de peatones sin respetar que éste estaba en rojo, algunos incluso se enfadaban por que el semáforo no cambiaba.
A todo esto me venia a la cabeza la cantidad de improperios que sueltan estas y otras personas, cuando un coche pasa con el semáforo en verde para el peatón.
Por lo tanto repito de nuevo: ni todos culpables ni todos inocentes.
A los que van dejando sus suciedades por las calles les dedico este soneto.
No dejes que los demás digan, y digan para tu vergüenza, que hasta que tú llegaste esto era un vergel.
Esta la balanza 50%
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