Marisol Ayala.
Pablo Casado ha decidido dejar la sede del PP en Génova para que parezca que la corrupción que esconden en los rincones de la casa y de la que se ha beneficiado casi todo el staff de la gaviota no tiene nada que ver con los todavía inquilinos de la casa.
No. La culpa de la corrupción del PP es de un vecino y sus hijas que pasaron por allí levantaron las alfombras y escondieron la colosal corrupción. Pero hay más, el desconcertado líder de lo que queda del PP lleva el susto en la cara así que para evitar preguntas de los periodistas, que son unos cabrones y vienen a por mí, ha decidido cortarse la lengua y no hablar jamás de la corrupción aunque la prensa, pilar fundamental de la democracia, formule preguntas. Ni de Bárcenas, ni de la corrupción ni de su barba. Este muchacho es un infantil. Me recuerda a los hijos que suspenden los exámenes y en un ejercicio burdo de habilidad deciden arrancar la hoja de calificaciones y que parezca un accidente. Eso. Lo que ocurre es que viendo lo que vemos en el PP no hay nadie que le pare las patas al muchacho. Ante eso una buena cosa es la que se baraja en la profesión, no acudir a sus ruedas de prensa y en todo caso que el PP envíe a los medios los temas a los que Casado está dispuesto a contestar. De risa. A peor la mejoría, a peor. En política eso se llama suicidio. Si no estás no existes.
Sorprende que nadie frene sus incontables errores mediáticos, su ansiedad, sus miedos y la necesidad de llegar a la meta aún con los tobillos rotos. Una payasada digna de estudio. Cuando veo que su defensor ocasional es Maroto no entiendo nada, otra payasada.
Menudo regalo le hizo papá Aznar a este muchacho. Un traje seis tallas más que la suya.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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