domingo, 3 de enero de 2021

¿Y a quién le importa?

                                                     

 Marisol Ayala

Yo no sabía qué pero algo pasaba. A pesar de una amistad de más de 25 años, de charlas, confidencias y secretos que intercambiamos yo no era capaz de preguntarle. Recuerdo que un día me dijo algo así como ”y a quien no le guste, que no mire”. 

No le di mayor importancia. Para que se sitúen, con 29 años opositó a una plaza en la Universidad de la Laguna; a pesar de todo se mostró reacio a dar el paso y me enfadé pero finalmente se presentó y le acompañé. Sacó la plaza. Idas y venidas que vivimos juntos meses y meses. En fin, que en un viaje de juerga a Santander conoció a la que sería la madre de sus hijas. Nadie lo entendió como ella, aunque siempre dudé sí de verdad conocía su vida que era bastante oscura. Daba igual, nadie es guardián de nadie. Pasaron los años y hace unos días por la cosa de las fiestas decidimos vernos. Vive en La Laguna. Decidimos vernos en un bareto de la ciudad donde hacen arepas ricas. Sigue igual de flaco, con el pelo repeinado, como siempre. Le pregunté por Marta, su mujer; me extrañó que no viniera a verme. Me mosqueó un poco porque sus manos, siempre tan cuidadas, de dedos largos, ahora las movía de otra manera, con aspavientos. Pregunté brevemente por sus hijas, ahora 19 y 23 años. Creo que sin pensarlo mucho le pregunté lo que me venía rondando la cabeza. Primero le hice la rosca sin que se notara que yo estaba desconcertada. “¿Y esas cejas depiladas y ese pelo teñido con huellas de un tinte amarillo?…” Algo se me escapaba. “Te recuerdo que soy tu amiga y vengo a escuchar, ¿qué pasa?” Pregunté a bocajarro. “Hace un año que estoy en un programa del SCS porque quiero cambiar de sexo”. “Haz lo que te apetezca, yo te querré igual. ¿Marta lo sabe?”. Asintió.

Entonces entendí su ausencia.

 

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