domingo, 3 de enero de 2021

"La voz: más allá de la comunicación". Jordi A. Jauset

 

Artículo de Opinión
"La voz: más allá de la comunicación". Jordi A. Jauset (*) ASSOPRESS
 Suele decirse que la voz es el mejor instrumento musical que existe, con la gran ventaja de que no hay que adquirirlo, es gratuito pues lo traemos incorporado “de fábrica”.

A través de la voz nos comunicamos, mediante el aprendizaje de un determinado código o lenguaje pero es, además, un medio con muchas capacidades y efectos muy directos en nuestra fisiología, emociones y, por tanto, conducta. Así lo indica el Dr. Mario Alonso Puig, al citar que “el pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tienes la capacidad de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos”.

Reflexionemos durante unos instantes: ¿susurramos o cantamos para tranquilizarnos?, ¿cómo expresamos el dolor?, ¿y la sorpresa? Si fuéramos los agraciados del premio gordo de la lotería de Navidad o del Niño, ¿cómo reaccionaríamos?, ¿hablaríamos en voz baja o dando gritos?, ¿hay cambios en el tono, volumen, prosodia, de nuestra voz en esas circunstancias?

La voz, refleja nuestro estado físico, mental y emocional, permitiendo una comunicación entre nuestro mundo interior con el exterior y facilitando la expresión de nuestros sentimientos. Pero, ¿somos realmente conscientes de sus posibilidades? Los políticos, comunicadores, conferenciantes, cantantes, presentadores de radio y televisión sí conocen su potencialidad y saben lo que pueden transmitir con ella, la influencia que ejercen sobre su audiencia. La voz convence, seduce, enamora, libera, conmueve, ¿será acaso porque transmite algo más que frecuencias y/o armónicos?, ¿cambia nuestro estado emocional si el jefe nos sonríe amablemente por la mañana al comienzo de la jornada laboral dirigiéndonos unas breves y amables palabras o si únicamente nos dice “buenos días” con un tono monótono, apagado, con un porte serio y sin apenas mirarnos a los ojos?

¿Qué ocurre durante la percepción sonora que altera nuestro estado fisiológico y anímico?, ¿qué valor añadido transmitimos realmente con la voz? En un concierto, en una conversación, en una conferencia, en un discurso, en una plegaria,… se transmite algo más que las simples palabras. ¿Lo hemos percibido así alguna vez?

Incluso en estado fetal puede reaccionarse a las palabras, si tenemos en cuenta la experiencia del psiquiatra Thomas Verny, autor del libro La vida secreta del niño antes de nacer: “Yo he visto por ultrasonidos a un feto sonreír al oír la voz de su padre”.

La neurociencia aporta algunos datos que sugieren el potencial terapéutico de la voz. En una entrevista a la neurocientífica Carmen Sandi, cuando dirigía el laboratorio de genética de la conducta del Brain Mind Institute (Lausana), a la pregunta ¿se nos puede curar con palabras? respondía “…en la medida en que provocan reacciones bioquímicas neuronales, desde luego…” Añadía, también, que “…ahora vemos que la sociedad o las relaciones afectivas pueden provocar cambios cognitivos en las personas tan decisivos como la genética…” Afirmación a tener en cuenta por la importancia que se atribuye a nuestra capacidad de influir en aspectos hasta ahora reservados exclusivamente a la genética.

De forma similar, son interesantes las declaraciones que, hace unos años, hizo el renombrado cardiólogo Valentín Fuster, en la presentación del libro “Corazón y Mente”, coautor junto con el psiquiatra Luís Rojas Marcos. El cardiólogo citaba que “…entre un 25% y un 50% de los pacientes que acuden a mi consulta no tienen en realidad un problema de corazón, sino que sufren una alteración emocional…” Y añadía, “…en muchas ocasiones con la comunicación se pueden solucionar problemas físicos…”

¿Será cierto que una voz cálida y afectuosa acompañada de una sonrisa sincera y honesta, contribuirían a una mejora del bienestar de las personas que nos rodean y, por extensión, de toda la sociedad? Profesionales de la salud suelen comentar, por su experiencia, el beneficio que aportan al enfermo unas palabras de cortesía, cariño e interés. Estoy seguro que en estos últimos meses, durante la pandemia, hay muchísimas vivencias que nos darían fe de ello. La voz, su mensaje e intencionalidad son sumamente importantes, ¡cuidémoslos!

(*)   Dr. comunicación, ingeniero, músico. Divulgador científico 

 

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