Marisol Ayala.
Su historial como padre no ha podido ser peor pero él creía que sus
tres hijos eran felices con los regalos disparatados que les hacía.
Estaba equivocado. Modificaré datos para evitar que lo identifiquen. Los
hijos se avergonzaban de papá a quien le gustaba contar batallas, las
mujeres, todas menos la suya, y las copas. Ahí se volvía loco. No
respetaba a nada ni a nadie. Poco a poco el alcohol fue hundiendo su
vida y sin hacer ruido todo se hizo trizas. Vida y propiedades. Mutó en
otro hombre.
Sin dinero mostró lo peor de un fracasado. Por ejemplo, ir en guagua
era vejatorio, así era papaíto de tonto. Eran tantas las deudas que
tenía con la administración que perdió coches, motos y una casa.
Embargado hasta las cejas. A estas alturas llegó la separación de la
peor manera posible. Llegaron las vacas flacas y olvidó a sus hijos y
sus obligaciones paternas. Por entonces conoció a una mujer a la que
colmó de regalos. Ella tenía independencia económica, pero la
impresionaba con regalos que solo hace un loco. Por ejemplo, un día
viajó a Granada y en menos que canta un gallo compró tres caballos, uno
para cada hijo y otro para ella. Les aviso que no tenía finca para
guardarlos de manera que su compañera nunca supo que fue de los equinos,
ni le importaba. En plena caída libre aderezada con trifulcas llegaron a
los tribunales; los hijos reclamaban sus propiedades. Lo que no sabían
es que papá en un ejercicio de maldad escrituró propiedades a nombre de
la novia de turno.
Cuando la mujer supo que lo que hizo podría tener graves
consecuencias económicas para ella volvió al notario y dijo; “Quiero
renunciar a estas propiedades, No me pertenecen. Me han utilizado para
dañar a unos niños”.
Ese día durmió como un tronco.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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