Mary Almenara
Opinión.
Los niños son
los seres más frágiles que podemos conocer, son puros de pensamiento porque su
joven corazón no conoce la maldad, la codicia, los celos o la envidia entre
otros sentimientos. Uno de sus valores es la inocencia, la ingenuidad. Ellos
actúan por instinto sin pensar primero la jugada.
Hoy he querido tocar
este tema por momentos vividos en un centro comercial el pasado sábado
relacionado con las fiestas que nos llegan y en consecuencia, los regalos que
los más pequeños esperan de los Reyes Magos o Papa Noel. Me apena ver a los
padres comprando estos regalos en compañía de los hijos, pidiéndoles opinión,
marcas y tamaños. Ante estos hechos me
pregunto ¿Dónde queda la admiración al ver junto al zapato el ansiado regalo?
¿Dónde están las pequeñas e inocentes mentiras de que este año tampoco hay
dinero, que les traerán carbón. ¿Dónde el recordarles que hay que abetunar los zapatos,
poner hierva y agua para los camellos o el vaso de leche para los Reyes que
llegan cansados?
Tal vez estoy
llena de sentimentalismos y recuerdos pero aún así les digo a los padres. Por favor no les quiten la ilusión.
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