miércoles, 14 de agosto de 2019

Vivir no es solo respirar


Marisol Ayala
Hace ahora 19 años que a pocos metros del portal de su casa en Miller Bajo un día cuando volvía con su nieta de la mano del ex marido de su hija, padre de la menor, la amenazó pero ya eran tantas las amenazas que nunca le creyó capaz de ir más allá. Perro ladrador poco mordedor.

 La mujer aligeró el paso para entrar al portal y evitar que la niña fuera testigo de uno de los muchos altercados de su papá. La separación de la pareja nunca fue aceptada por el hombre. La madre de su nieta vivió con él 6 años. La relación parecía normal de puertas adentro, nadie sabía de su carácter bravo y, sin embargo, la familia siempre estaba en guardia porque a medida que pasaban los meses el hombre redoblaba insultos y amenazas. La abuela cuidaba a la menor para que su hija pudiera trabajar. La chica tenía un cargo medio en una entidad bancaria y fue ahí, en el banco, donde se ilusionó con un compañero. La relación aun separados iba de mal en peor. Adolfo, su nombre, estaba enfermo de celos, buscaba infidelidad donde no había nada. Los celos fueron la principal causa de sus desavenencias de manera que al enterarse de que en la vida de su ex había otro hombre afloraron sus instintos más primitivos. Acabar con ella. Un día en un descuido accedió al portal y se escondió en el rellano del último piso. Allí permaneció hasta que escuchó pasos. Su ex había llegado. Le disparó; luego remató su proeza con un cuchillo. Con su hija asesinada solo la obligación de amparar a la nieta le animaba a respirar. Aquellos días hablamos mucho.
En febrero nos vimos. Estaba animada a contar su vida. Finalmente, no lo hizo. No tenía nada que ver con la mujer guapa que era.
Estaba muerta en vida. Hace nada puso punto final a su existencia.
fuente:  https://marisolayalablog.wordpress.com/

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