Y las calles de Arucas, asomadas a las
diferentes miradas, nos ofrecen los detalles que pasan tantas veces
desapercibidos. Sin embargo, Domingo Rivero, en el centro mismo del
bullicio y de la música, permanece inalterable;
acaso como para señalar
su grata presencia. La magnífica escultura que lo inmortaliza refleja,
en sus delicados detalles, sus versos y su palabra única. Y esa mirada
que lo escudriña todo. Por eso Domingo Rivero se merece un homenaje
anual, un premio literario que lo mantenga aún más vivo y una ciudad
agradecida que demuestre, con hechos vivos y sinceros, que sabe recordar
a los suyos. No podemos disimular más: si miramos con detenimiento, nos
tropezaremos con variadas páginas que conforman la Historia de Arucas.
Y Domingo Rivero ocupa una muy importante, ahora que su Museo, abajo, en la capital, ha entrado en el silencio. De momento.
fuente: https://www.infonortedigital.com/portada/cultura/item/71385-mirararucas-4-domingo-rivero
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