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viernes, 9 de febrero de 2018

La Santa, caladero del camarón soldado en Lanzarote


Con una biomasa explotable estimada en 80 toneladas/año, las islas Canarias apenas aprovecha este recurso. Sólo hay dos barcos...


 Con una biomasa explotable estimada en 80 toneladas/año, las islas Canarias apenas aprovecha este recurso. Sólo hay dos barcos realmente especializados en su captura con nasas selectivas. Los pescadores que se dedican a él en Lanzarote lo han popularizado en la isla con el nombre de “gamba de La Santa”.

 Por YURI MILLARES
Proyecto MACAROFOOD / Atlas de ciencia, pesca y cocina

 Aunque es el camarón o camarón narval (Plesionika narval) el que goza de mayor tradición culinaria en Canarias y su consumo cocido es muy popular en las islas occidentales, sobre todo en Tenerife, otra especie está conquistando el favor de los cocineros y el paladar de los consumidores en el archipiélago: el camarón soldado (Plesionika edwardsii). Su calidad y cualidades para la gastronomía lo están convirtiendo en toda una estrella de la cocina canaria, a raíz de los exhaustivos estudios científicos que se han venido desarrollando en las Islas para conocer su biología, cuantificar su explotación sostenible y darlo a conocer entre los profesionales del mar y de la restauración.

 “En el mundo no existen muchos casos en que los estudios oceanográficos, biológicos y pesqueros (más la valorización, promoción y divulgación) hayan precedido a la explotación pesquera de un recurso”, decía el biólogo José Antonio González (Pepe Solea) en una entrevista en PELLAGOFIO ya en octubre de 2013.
 Sus investigaciones nos presentan a un crustáceo de color rojizo, con unos llamativos huevos de color azul intenso, cuya biomasa explotable anualmente en Canarias ha sido estimada en 80 toneladas, a profundidades de entre 200 y 350 m. “Sin embargo, la inadecuada reglamentación marisquera existente” en el archipiélago, dice, “sólo permite aprovechar una parte insignificante de este recurso”.


En varias de las islas es capturado con nasa de camarón, calada sobre el fondo (Tenerife, La Palma y El Hierro, y, estacionalmente, en La Gomera), que al no ser selectiva permite la entrada a bocinegros, morenas y congrios. Pero sólo es en Gran Canaria (un barco en Arguineguín) y en Lanzarote (donde se ha especializado otro barco, en este caso registrando al camarón con la marca “gamba de La Santa”, por el nombre del puerto pesquero donde tiene su base) donde lo pescan con nasas camaroneras semiflotantes selectivas, en lo que ha sido una transferencia de tecnología con el asesoramiento del propio González (Solea).
A bordo del ‘Daniel y Catalina’
PELLAGOFIO ha acompañado al biólogo Pepe Solea a bordo del Daniel y Catalina para observar y conocer cómo se realiza esta pesca. La cita con el armador José Manuel Olivero Martín (Meme), pescador artesanal con dos barcos, tuvo lugar una mañana bien temprano en la localidad de La Santa. A las seis de la mañana las tripulaciones, miembros la mayoría de una misma familia, se reunieron a tomar café y planificar el día en la casa de Daniel Olivero Hernández, padre y abuelo de casi todos ellos.
“El David y Catalina va a la gamba. El otro es el Atlantis Seis y va al pescado”, nos explica Cristóbal, hermano de Meme, ambos embarcados esa mañana en el segundo de los barcos, para hacer unas pruebas con cazonal, red de enmalle de una pared a la que se está haciendo un seguimiento de la pesca por encargo de la Dirección General de Pesca, “para ver si el Gobierno de Canarias nos aprueba esa pesca, un arte de aguas profundas que aquí no se usa mucho”, dice.
“Se trata de una red estática que va a 200 o 300 metros y está quieta en el fondo, no es de arrastre, y con ella podríamos coger pescados que normalmente no cogemos aquí, como el pez de San Pedro y el pámpano, también alguna merluza, salmón del alto y muchas clases más”, añade. Según el biólogo González (Solea), “estas pesquerías del pez de San Pedro (o gallo barbero) y del pámpano canario son nuevas para Canarias, que estos pescadores han descubierto”

 Por lo que se refiere al camarón soldado, detalló Cristóbal Olivero antes de embarcar en el otro barco, “están sobre todo entre 250 y 300 metros, aunque desde 200 para arriba –es decir, a mayor profundidad, en la jerga marinera– hasta 460 metros, se coge más o menos bien. Depende de la luna, porque el camarón soldado se mueve: si es luna nueva normalmente va a menos fondo, si es luna llena va a más fondo”.


Muslo de pollo
Como carnada para atraer a estos crustáceos utilizan carne de pollo. “Poco, un muslo de pollo con cadera da para cuatro carnadas. La gamba coge el sabor de lo último que come y si le echas sardinas tendría ese sabor fuerte, pero el pollo como es más insípido no se nota”, argumenta. Una pesca que se da todo el año, añade, aunque “por unas zonas se coge más que por otras, dependiendo de las fechas, por ejemplo, en noviembre se coge más por el norte pero en Navidades ya hay más por El Golfo. Hay en toda la isla, pero todavía hay sitios a los que no hemos ido, casi a media isla por lo menos”.
“De todas maneras –añade– nosotros cuando volvemos a los sitios a los que vamos normalmente pasan meses y se recuperan, aunque tampoco cogemos mucha cantidad”. Lugares cuyos fondos conocen sin verlos: “Por ejemplo cerca de donde vamos hoy se conoce como ‘el 158’, porque tiene un fondo de 158 metros, que está por tierra. Después hay otro por fuera que está a 97 metros, que hay una montaña, y decimos ‘por fuera del 97’. Pero siempre vamos a más de 200 metros, porque a menos lo que se coge es mucha quisquilla y nosotros no la cogemos. Sólo vamos al camarón soldado”.


González (Solea) embarca en el David y Catalina para unas experiencias de demostración y de transferencia de conocimiento con las citadas nasas camaroneras semiflotantes (de material plástico, ligeras en su manejo y que operan unos 2,4 m por encima del fondo marino, gracias a una boya rígida de flotación), mejor adaptadas para esta pesca que las nasas tradicionales en Canarias (pesadas, metálicas y que operan sobre el substrato marino).
Situado muy cerca de La Santa, a poco más de una milla en línea recta, el barco navegó por espacio de unos 60 minutos “hasta llegar al caladero de pesca y localizar la boya de señalización del aparejo, que había sido calada el día anterior”, describe en su informe, donde detalla cómo transcurrió la jornada.

 “Desde la introducción en Canarias, allá por el año 1997, de este sistema de pesca de camarón soldado, de carácter selectivo, necesitaba algunas mejoras. Conversamos acerca de diversas mejoras o innovaciones tecnológicas introducidas en el aparejo de marisqueo”, escribe. Mejoras en el cierre de la nasa, mejora en la disposición de la carnada (muslo de pollo congelado que ahora se efectúa por medio de una taleguilla situada en la parte central del interior de la nasa, y no como hasta entonces atados mediante un cabo que triangulaba en el aro superior del armazón de la nasa) y mejora del cabo madre de fondeo del aparejo (para el estacionamiento y estabilidad del conjunto del tren de nasas camaroneras semiflotantes).

 “Procedimos a levar un tren de 63 nasas camaroneras semiflotantes, previamente calado en las coordenadas 29°07.919’N 013°40.915’W, a unos 270 m de profundidad. La operación de pesca rindió una captura de 6,5 kg, equivalentes a un rendimiento moderado de 103,2 g de camarón/nasa/noche. Revisamos las nasas por si necesitaran alguna reparación y las volvimos a cebar (encarnar) con muslos de pollo. Procedimos a calar de nuevo el aparejo”, continúa su informe.


Al regresar al puerto base “desembarcamos las capturas en las instalaciones que posee el comprante/arriero Daniel Olivero García, quien posteriormente distribuirá a hoteles, restaurantes y pescaderías”. Junto a las habituales capturas de camarón soldado (aproximadamente un 95% en peso y número de ejemplares), aparecieron unos 30 ejemplares de camarón cabezudo (Heterocarpus ensifer)”.
El camarón soldado “fue entonces clasificado en dos categorías comerciales de tamaño: grande-mediano y mediano-pequeño. Esta operación también ha de considerarse innovadora. El hecho de ofertar dos categorías comerciales (distinto tamaño, distinto precio) facilita la comercialización del producto y, al mismo tiempo, permite una mejor planificación al restaurador”, concluye el biólogo.

fuente:   http://pellagofio.es/atlantico/ciencia-pesca-y-cocina/la-santa-caladero-del-camaron-soldado-en-lanzarote/

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