domingo, 2 de abril de 2017
El camionero que se comía los tacógrafos
Un hombre se tragó un par de discos diagrama delante del mosso que descubrió que el chófer mentía sobre sus horarios de trabajo
El camionero tuvo un mal día y una peor digestión... Los Mossos d’Esquadra denunciaron la semana pasada a un camionero que en un arranque de rabia arrebató de las manos de un agente dos discos diagrama del tacógrafo de su camión, los partió por la mitad y se los comió. El hombre debió de pensar que ante la ausencia de pruebas no habría delito.... Error. La ingesta de los círculos de parafina le valió una denuncia por obstrucción a la labor de la policía. Una sanción de 4.000 euros que podría haberse gastado en algo mucho más apetitoso.
El mosso Jordi Calvet, policía hace 29 años, los últimos 16 en la división de Trànsit, fue incapaz de reaccionar ante el arrebato de aquel camionero. Lo recordaba ayer a este diario. “En todos estos años he visto cosas rarísimas, especialmente de aquellos conductores que se creen que haciendo malabares, corriendo o incluso comiendo hierbajos del arcén evitarán dar positivo en un control de alcoholemia, pero comerse un disco del tacógrafo... eso es la primera vez que lo veo”. Afortunadamente porque estos discos que registran la actividad de un camión, las distancias, las velocidades y que sirven también para comprobar si los conductores cumplen las horas obligatorias de descanso están elaborados de un papel especial de parafina, altamente tóxico.
El camionero intentó ocultar dos días de trabajo con el camión
Jordi Calvet participaba el viernes pasado junto a un compañero en un control rutinario de transportes. Estaban en el kilómetro 171,5 de la AP-7, en el peaje de Martorell y dirección Girona cuando mandaron parar al primer camión. No les llamó nada especial la atención, fue una elección aleatoria. Se trataba de un vehículo de 40 toneladas, que transportaba fruta, que había cargado en Almería y se dirigía a Perpiñán. El conductor, de 40 años, tenía domicilio en Zaragoza y era propietario del vehículo.
Calvet se subió a la cabina, junto al camionero, para inspeccionar el tacógrafo. Le solicitó la documentación del vehículo, la tarjeta de transporte y el disco del tacógrafo. El conductor le entregó un certificado de actividades que decía que el camión había estado parado y el chófer, de vacaciones del 1 al 23 de marzo. Y que, por tanto, el viernes, 24, era el primer día de actividad.
“En la cabina había una caja de discos de tacógrafo, la abrí y vi dos registros conforme el camión había trabajado los días 22 y 23. Me había mentido”, explica el agente de tráfico. “Le pedí explicaciones”.
Y en esas estaban los dos, en la intimidad de la cabina por sus reducidas dimensiones, cuando el hombre arrebató los dos discos de tacógrafo, los partió por la mitad, se los metió en la boca, masticó y se los tragó.
¿Intentó impedirlo? “No, fue tan inesperado, que me limité a mirar y pensar que aquello que se estaba comiendo le iba a sentar fatal”. ¿Y no lo escupió después? “Pues en el rato que estuvimos juntos no. Estuvimos atentos por si empezaba a encontrarse mal”, apunta el agente.
Tras el indigesto aperitivo, el mosso continuó con la inspección. Comprobó que al tacógrafo le faltaban los precintos interiores y trasladaron el camión hasta un taller para arreglar la manipulación. Además de la sanción por obstrucción, se le sancionó por manipular el tacógrafo y por falsificar el documento oficial de vacaciones.
El pasado martes, Calvet y su compañero de patrulla de la región policial metropolitana sur regresaron al peaje de Martorell para un nuevo control. Pararon un primer camión y el mosso subió a la cabina. “¿Otra vez usted?”, exclamó al comprobar que era el mismo camionero. Mucho más tranquilo, el hombre se disculpó casi entre sollozos. “Me aseguró que había sido la primera vez que se comía un disco”.
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