martes, 30 de agosto de 2016

Merche de la Nuez le donó un riñón a su hijo. “¿Qué madre no haría lo mismo?”


Bruno Peinado de la Nuez tiene 22 años y una madre, Merche de la Nuez, que hace casi dos años, en noviembre del 2014, le regaló el presente más preciado y vital en un momento crucial de su vida. Un riñón. El chico lo necesitaba y aunque toda la familia se movilizó y el enfermo llegó a tener ocho donaciones finalmente eligieron el de mamá porque ella fue consciente de que había prisa y se movió como un rayo.
 Cogió el toro por los cuernos con la fuerza de todas las madres y sin saber mucho de enfermedades renales, leyó, se documentó y preguntó. Pero vamos a contarlo bien.
Lo que pasó es que cuando Bruno tenía 15 años sufrió un dolor de estómago que no hizo sospechar a nadie, ni siquiera a los médicos. Llegaron luego dos episodios de dolores abdominales intensos que ya le aconsejaron a Merche llevarle a urgencias del Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín “con la seguridad de que lo que tenía mi hijo no era más que una gastroenteritis. Ese día los médicos lo auscultaron y quedó ingresado. Querían hacerle un estudio y así lo hicieron; lo cierto es que cuando él chico llevaba dos días sometido a pruebas diagnósticas llegó una nefróloga del centro que no se anduvo por las ramas: “¿Usted no se ha dado cuenta de que su hijo no orina?” y Merche con mucha lógica contestó que no, entre otras cosas porque Bruno era un hombretón, es decir, no un bebé y si no se quejaba no había razón alguna para preguntarle si orinaba o no”. La única alteración de su salud era el dolor abdominal”.
Con esa mano izquierda de la que hacen gala algunos médicos, tal vez consecuencia de lidiar día tras día con la enfermedad, disparó a bocajarro: “A su hijo no le funcionan los riñones”. El impacto fue brutal. Poco a poco y mientras Bruno permaneció cinco meses ingresado los riñones que no funcionaban comenzaron a portarse bien y volvieron a funcionar. “Claro, en vista de su evolución, lo enviaron a casa y a recordar lo vivido como un mal sueño. Pero lo peor estaba por llegar”, recuerda Merche. Como entenderán Bruno dejó de estudiar y se concentró en su curación. “El deporte limitado, su vida limitada y siempre pendiente de los controles médicos”.
Habían pasado cinco años del ingreso cuando Bruno volvió a sufrir otro episodio de dolores que los nefrólogos ya vincularon a una carencia renal. “Ahí fue duro porque ya nos hablaron sutilmente de ir pensando en diálisis o en un trasplante; el mundo se nos vino encima, fue tremendo, pero bueno, había que asumirlo. Entre toda la familia decidimos que dada la edad de mi hijo, 20 años entonces, la mejor opción era el trasplante”.
La movilización familiar fue tal que Bruno tuvo ocho riñones donados, madre, padre y tíos se volcaron. Merche, cuando está con su hijo lo mira con un amor cómplice, recuerda que “cuando me dijeron que el mío era el idóneo para Bruno es que no lo dudé y no creo que tenga mérito alguno ¿quién no haría eso por un hijo? Recuerdo que ese día estábamos juntos y fue un momento emocionante: Que me aceptaran fue una alegría tremenda y a partir de ahí los dos nos marcamos como objetivo el trasplante”.
Merche en una mujer muy querida, sus amigos son muchos y su familia una piña. Conociéndola un poco no dudo de que en el proceso de Bruno y el de ella misma han habido días duros: “Si te digo que durante todo este tiempo no me vine abajo te mentiría. Hubieron días muy duros en los que mi familia, el padre de Bruno, mi pareja, los míos, no nos dejaron solos; pero sí, fue un proceso doloroso”.
Pero el final sería feliz y no hay más que mirar los ojos de mamá Merche. Ella y su hijo viajaron a Tenerife para iniciar en el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria el proceso del trasplante. “Ese día primero me extrajeron mi riñón y cuando yo ya estaba en la habitación llevaron a Bruno al quirófano y allí se lo implantaron”. Recuerda que ese fue uno de los momentos más duros de todo el proceso. La incertidumbre, el miedo, tocó en el corazón de Merche. “Yo en la habitación relativamente bien y Bruno operándose; te da tiempo de pensar mil cosas pero el trasplante fue un éxito, sin rechazo alguno, sin problemas”. Merche está feliz y agradecida al sistema público de salud: “Es que hablamos de una intervención quirúrgica compleja y costosa que en Canarias solo puede asumir la medicina pública”.
Bruno hace meses que inició su actividad deportiva, sus estudios y estos días ha hecho el Camino de Santiago que le hacía mucha ilusión. “Los médicos solo le recomendaron que no hiciera más de lo que su cuerpo podía y ya está. Ha sido un reto para él. Fíjate como estará de bien que ya está inscrito para hacer la carrera nocturna de Las Palmas de Gran Canaria. Diez kilómetros y ríete ¡yo también lo haré! lo que no sé es cuanto aguantaré, pero voy a intentarlo”. Los dos, madre e hijo, viven hoy la vida con optimismo y de ese optimismo tienen la “culpa” el equipo de Nefrología del Doctor Negrín, desde el Jefe de Servicio, Juan Carlos Rodríguez, pasando por el Jefe de Sección, Nicanor Vega, hasta la nefróloga, Faina González. “Y pon a la secretaria Magui Padrón que compartió nuestra angustia y nos ayudó muchísimo en trámites en los que yo me perdía”. Nada tiene que ver la Merche de hace año y medio con la mujer feliz, guapa y risueña. Triunfar debe ser eso.
Lo que no haga una madre…
fuente . http://www.marisolayala.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario