Con la constitución días atrás del Congreso de los Diputados y del Senado ha echado a andar la XI Legislatura en el Estado y, con el resultado del 20-D, en esta ocasión las Cortes se ponen en marcha con un escenario político totalmente inédito en nuestra democracia. El tradicional bipartidismo, el juego de alternancias de PP y PSOE, aún con ambas fuerzas intentando estos días apuntalar ese esquema de funcionamiento lo cierto es que resulta difícil no reconocer que ya se ha dado paso a otras dinámicas parlamentarias y políticas.
Ya no será posible la conformación de un Gobierno apoyado en el grupo parlamentario de uno de los grandes partidos y, como ha pasado en el pasado en tantas ocasiones, que no dándose mayorías absolutas el partido ganador se garantice la estabilidad cerrando acuerdos con algún o algunos grupos de corte nacionalista. El resultado electoral y este nuevo escenario obliga a otra cultura política, en la que el diálogo y la búsqueda de acuerdos han adquirido un papel determinante y constante en el día a día de la vida parlamentaria.
Es lo que muchos han dado en llamar la nueva política. Sin embargo, las imágenes que nos quedan de las sesiones constitutivas de ambas cámaras reducen esa nueva política a golpes de efecto visual que nada tienen que ver con los problemas reales de la gente. Es de esperar que los cambios que debe traernos este nuevo ciclo no se queden en la llegada de un grupo de diputados en bicicleta al Congreso o en hacerse acompañar por una charanga musical, en ver a un bebé entre sus señorías o en acudir una buena parte de los parlamentarios con atuendo absoluta y puede que inadecuadamente informal.
Hasta ahí los cambios visibles de esta nueva etapa. Los demás, como la elección de las mesas, tanto del Congreso como la del Senado, son el producto de las matemáticas parlamentarias. Donde se han podido imponer sin freno las mayorías lo han hecho siguiendo los hábitos de la vieja política. Por ejemplo, en la Mesa del Senado, donde dejan fuera a la tercera fuerza política en esa cámara -Podemos- y dan representación al PNV con menos senadores que el partido de Pablo Iglesias.
Las secuelas que ha dejado este primer acto parlamentario ha enfriado y mucho las relaciones entre Iglesias y Sánchez. Habrá que ver si son capaces de recuperar la intención de negociar o si definitivamente tiran la toalla en el objetivo de conformar una mayoría alternativa a la que pretende el PP. No apunta en esa dirección, en la del acuerdo PSOE-Podemos. que Iglesias acuse al del PSOE de echarse en brazos de la derecha con los acuerdos a los que llegaron esas tres fuerzas políticas.
La búsqueda de un acuerdo para conformar Gobierno no parece sencilla se mire hacia donde se mire. Si el PSOE se mantiene en que votará en contra de Rajoy, no hay posibilidad de Gobierno en minoría del centro-derecha.
Si, por otra parte, como parece, Podemos está aprovechando su marginación en el acuerdo sobre la composición de las mesas para marcar distancias con respecto a Pedro Sánchez y los suyos, la otra alternativa de Gobierno, el de izquierdas, se aleja casi al infinito.
Si, por otra parte, como parece, Podemos está aprovechando su marginación en el acuerdo sobre la composición de las mesas para marcar distancias con respecto a Pedro Sánchez y los suyos, la otra alternativa de Gobierno, el de izquierdas, se aleja casi al infinito.
Si el PSOE no conforma Gobierno se enfrenta ante una gran disyuntiva. Si facilita que el PP vuelva a gobernar sufrirá un desgaste y si la situación lleva a unas nuevas elecciones la amenaza de que Podemos le siga comiendo terreno puede hacerles mucho daño.
fuente : http://paulinorivero.com/2016/01/17/nueva-politica-golpes-efecto/
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