Siempre que un amigo me dio la espalda apareció un desconocido para estrecharme la mano.
Siempre que un periodista silenció esta historia hubo otro que la difundió.
Siempre que alguien me insultó o escupió hubo alguien que me consoló.
Siempre que recibí una crítica hubo alguien que me animó a seguir.
Siempre que un político ignoró lo que sucedía hubo otro que se implicó como si su vida dependiese de ello.
Siempre que alguien censuró la novela o la historia hubo alguien que habló de ambas.
Siempre que me encontré sin un techo en el que dormir o sin un plato del que comer hubo alguien que me ofreció los suyos.
Son tantas las personas a las que tengo mucho que agradecer y tantas las personas a las que no he podido responder un mensaje o atender como se merecen, que me encuentro en deuda con todas ellas, algunas por doble motivo.
He sido un mal amigo, un mal compañero, un mal hijo y un mal muchas cosas porque el tiempo es una soga que ta ahoga sin que te des cuenta, hasta que un día te levantas y ha muerto todo lo que se encontraba a tu alrededor salvo la lucha que mantenía, tanto que sin esa lucha solo se encuentra vacío.
Han sido muchas las veces que me equivocado y muchas más las que me equivocaré, aunque intentaré que ello suceda las mínimas veces posibles. Sé que muchas veces soy demasiado directo o que no han sido pocas las veces que me he precipitado o enfocado erróneamente un asunto, como también sé que es mucho lo que me queda por mejorar y aprender. En ello estoy. Pido perdón por todo ello porque lo único que pretendo es cambiar el mundo, aunque sea un poquito. Quizás sea quijotesco todo esto o haya perdido la cabeza, tal vez sea imposible lo que pretendo… Pero, aun así, a veces pasa que un imposible es el mejor destino y una gran derrota la mejor compañera.
Quiero dar las gracias de corazón a todos los que estuvieron, quiero que sepan que agradezco cada gesto, cada compartido, cada seguidor, cada lector y cada granito que pusieron y quiero que nunca olviden que cuando sentía que nada de esto merecía la pena o era mejor dejarlo todo, que no fueron pocas las veces, cuando todo era poco menos que imposible, siempre hubo alguien… ¡Siempre estuviste tú!
También quiero dar las gracias a todos los que atacaron, insultaron, calumniaron, difamaron, censuraron, boicotearon… porque esta lucha es por todos y para todos, aunque sea contraria a lo que ellos defienden o piensen que se debe hacer de otra manera o siguiendo otro camino. Es posible que tengan razón, no lo niego, porque la verdad no es tan material como para ser poseída. Lo cierto es que contar con todos ellos hace que uno se sienta acompañado. Extrañamente acompañado, es cierto, pero acompañado al fin y al cabo.
Muchas gracias y Felices Fiestas a todos (Ojalá que todos aquellos que no tienen nada que celebrar, lo tengan en breve).
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de las novelas “Código rojo” (2015) y “Un paso al frente” (2014).
“Código rojo le echa huevos al asunto y no deja títere con cabeza. Se arriesga, proclamando la verdad a los cuatro vientos, haciendo que prevalezca, por una vez, algo tan denostado hoy en día como la libertad de expresión” (“A golpe de letra” por Sergio Sancor). ¡Consíguela aquí!
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