¿Cuántas veces habremos oído hablar del "Espíritu" de la navidad?. Posiblemente demasiadas, tantas que estamos convencidos de que se trata de una frase más típica de estas fechas, y que realmente no existe más que en nuestras mentes.
No voy hoy a discutirles aquí, y menos a adultos como ustedes sí realmente existe ese llamado "espíritu" , o es un invento al uso.
En aquellos años de miseria , algunas enfermedades, por la falta de medicinas adecuadas, se cebaban especialmente con la población en general , pero haciendo mayores estragos entre la gente humilde.
Pero aquel diciembre de 1943 el "Espíritu de la navidad" quiso viajar a Canarias y más concretamente al Puerto de la Luz, para derramar su gracia sobre una niña de Telde.
Antes de continuar, quiero advertir , que algunos de los nombres propios, otros no, que vaya a nombrar aquí, son ficticios, porque uno de los protagonista que aun vive así lo ha querido.
Juanito el del Valle de los Nueve, tenía una hija de corta edad ,solo cuatro años, que desgraciadamente había enfermado de Tuberculosis, terrible enfermedad que por aquellos tiempos hacia verdaderos estragos con resultados de muerte entre aquellas familias que tenian la desgracia de que la padeciera algunos de sus miembros. Entre otras cosa, debido al contagio, ya que aislar a los enfermos se consideraba un gesto de poca caridad cristiana, y como por la pobreza existente entonces se solía dormir casi todos en la misma habitacion, compartían ropas, sabanas , platos, utensilios, etc. etc. era normal que donde entrara el mal terminaran por contagiarse todos los habitantes de la casa.
El único remedio que habia para combatirla era, por una parte "La Providencia", y por la otra, el descanso y la comida sana. Desgraciadamente esto último en la fechas en que nos referimos era un lujo que no se podian permitir las clases humildes.
Juanito en su desespero fue a pedir ayuda a D. Luis González Pérez , el de la tienda de D. Luis, pues le habían dicho que próximamente y por motivos de negocios tenía planeado hacer un viaje hasta Barcelona, y que quizás allí le podría conseguir algo de esa nueva medicina que el el Dr. Juan Castro le había dicho que existía, y que le llamaban "Penicilina" ; medicina que había sido descubierta desde 1929 y probada su efectividad en la Guerra Europea.
Ni que decir tiene que en España y más concretamente en Canarias era un producto muy caro y difícil de encontrar en 1943.
Don Luis le comentó que haría todo lo posible por ver si la conseguía en Barcelona, pero él tenía más fe en un "Cambullonero" del Puerto de Las Palmas a quien llamaban "GOYO" y que siempre le decia: "D. Luís, lo que yo no pueda conseguir, es que no se ha inventado aun".
Toda vez que el tiempo apremiaba, pues a la niña ya se le habia manifestado claramente la enfermedad , y a D. Luis le quedan 15 dias para partir y segun sus cálculos no regresaría hasta el mes siguiente, sospechaba que para entonces ya sería tarde; se dirigió a Juanito y le dijo: "amigo Juan, yo aunque la consiga en Barcelona, cosa poco probarle, no llegaría a tiempo para salvar a tu hija. Pero tengo fe en un amigo mío "Cambullonero" del Puerto de Las Palmas a quien llaman "Goyo".
Le vas a llevar esta carta de mi parte, y se la entregas. Te advierto que te vas a encontrar con un hombre de aspecto algo bruto, que no se ríe nunca y que parece que siempre está enfadado y por lo que más quieras, no le hables de Dios ni de curas, porque es ateo por "vocación" y por ello sufrió le toco sufrir en la guerra española a consecuencia de la denuncia un primo suyo cura, y por tal motivo estuvo a punto de ser fusilado, así que, todo lo que le suene a Iglesia o a Dios lo pone malo.
No obstante es un hombre de gran corazón y seguro que te atenderá".
Juanito quedo realmente entristecido por lo que habia oído del tal "Goyo", además pensó que siendo "cambullonero" y al irle a pedir una cosa tan rara, (penicilina) , le exigiría el pago por adelantado y en una cantidad de la que él no podría pagarle ni trabajando 10 años seguidos.
Ese temor se lo hizo saber a D. luís González, pero éste insistió en que le llevara su carta, que de lo otro "ya se hablaría". Le comentaba
Juanito, no tenía nada que perder, así que, al día siguiente y atendiendo las instrucciones de D. Luis Glez.se presentó en un lugar del Puerto que llamaban EL SANAPÚ, donde se reunían todos los "cambullonero" .
No fue difícil encontrar al tal "Goyo" entre tanta gente, pues su cara, que daba miedo con solo mirarla, lo delataba a distancia.
Se presentó ante él y le dijo que portaba una carta para entregarle de parte de D. Luis González de Telde.
Goyo lo miró con cierta desconfianza y sin mencionar palabra ni separase de sus labios aquel cigarro "Mecánico Amarillo" que mantenía semi-apagado , tomó el sobre, lo abrió despacio y con cierta parsimonia para a continuación proceder a leerlo sin prisa. La carta rezaba así:
Telde a 23 de diciembre de 1943
Mi estimado amigo Goyo: solo espero y deseo que al recibo de ésta estés tan bien de salud como la última vez que nos vimos.
El portador de la presente es un conocido mío de aquí de Telde, al que tanto a él como a su familia los tengo en gran estima y consideración, pues es un honrado trabajador del campo que se gana la vida trabajando muy duro para mantener a su familia con lo que malamente le puede arrancar a la tierra , especialmente en estos duros años de sequia.
La tuberculosis ha entrado en su casa y se ha llevado ya hace unos meses a su esposa y a la mayor de sus hijas que estaba embarazada , y ahora para su desgracia, la hija menor "Paquita" de tan solo cuatro años, da síntomas de la terrible enfermedad.
Desesperado ha acudido a mí para pedirme ayuda, por si pudiera encontrarle la medicina en mi próximo viaje que haré a Barcelona, pero no solo sospecho que no la voy a encontrar allí, sino por el tiempo que tardaría en mi regresó, me temo que de poco le iba a servir.
Por ello amigo Goyo recurro a ti, porque tengo fe en que solo tú podrás adquirirla en algún de esos barcos extranjeros con los que haces "cambullón" .
Como te dije , no posee más riqueza, que la que le da la tierra, así que no te podrá pagar hasta que recoja las papas. De su honradez, doy fe y lo avalo al cien por cien , pues es cliente de mi tienda de tejido de toda la vida, le vendo de fiado y siempre, siempre ha cumplido con sus obligaciones de pago.
Solo espero de ti amigo Goyo, que lo atiendas como tú solo sabes hacerlo y si estuviera en tus manos, le proporcionases la tal preciada medicina.
Un Fuerte abrazo:
Luis Glez. Pérez
Aquél hombre de piel morena y cara de pocos amigo, no esgrimió el más mínimo gesto al terminar la lectura de la carta y sin ni siquiera mirarle a la cara . Exclamo.- Vaya mañana al bar de Manolo el del puerto que allí le darán un "paquete". ¿Manolo? pregunto Juanito . Si cristiano Manolo González Brito , el de Telde, hermano de los compadres. ¿Es que usted no sabe que tiene un bar en el puerto?.
Al verlo tan enfadado por la pegunta, Juanito se retiró sin decir nada y sobre todo recordando lo que D. Luis le habia dicho :"no le digas nunca eso de.... ¡Que Dios se lo pague! porque te manda a la misma mierda".
A la mañana siguiente a eso de las 08.00 hora ya estaba nuestro hombre en el bar Manolo preguntando de que si "Goyo" le habia dejado un paquete. Y sí, allí estaba el famoso paquete con el nombre de D. Luis el de Telde escrtito.
Juanito corrió inmediatamente y sin abrirlo se lo llevó al Dr. D. Juan Castro, quien pudo comprobar que alli habia suficientes ampollas de penicilina como para poder sanar a Paquita, cosa que ocurrió en menos de un mes.
Juanito no cabía de gozo, y cuando recogió su cosecha de papas que a pesar de la sequia obtuvo un "6", fue a buscar al "cambullonero" Goyo, y mientras le explicaba lo feliz que lo habia hecho al salvarle a su hija, le preguntó que cuantos sacos de papas quería por el pago, añadiendo que él estaba dispuesto a entregarle toda la cosecha. Goyo lo miraba a su estilo, serió, con cara de estar enfadado y sin cambiar ni un milímetro el gesto de su curtida y ensalitrada cara. Sacó su mechero el "martillo" he intentó prender de nuevo su cigarro que ya lo tenía tan chupado y mojado que le costaba arder, para a continuación, y con aquella voz ronca de costero exclamar: ¿Pero no me dice usted cristiano, que su hija sanó?......... Pues con eso ya estoy más que pagado, así que arranque "pá" Telde, que aquí ya no se le pierde nada. ¡Ah¡ y salude de mi parte a D. Luis que hace tiempo que no lo veo.
Juanito estiró su manos como en señal de gratitud y Goyo, fiel a su estilo de "animalito" le contestó: ¡Déjelo ya cristiano!, y vallase, que va a perder el coche "di hora" de la compañía Melian, que sale "pa" Telde dentro de media hora.
La pregunta es obligada: ¿Nos visitó realmente en 1943 el Espíritu de la Navidad ? Solo ustedes tienen la respuesta.
¡FELIZ NAVIDAD!
Fdo, Julio Glez. Padrón
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