Autora Luz Sánchez Mellado.
Puede que para muchos esta sea la semana más larga del almanaque. Esos que ven el sábado, 1 de agosto, como el inicio de lo que sea que lleven anhelando el resto del año. Algunos, la supuesta libertad de levantarse a la hora que se despiertan y no a la que les taladra el cerebro la alarma del móvil. Otros, la ilusión de ser dueños de su cuerpo, de su tiempo, de su vida. Todos, la desconexión de aquello que sienten que les da de comer, pero les esclaviza, aunque sea con el Estatuto de los Trabajadores y la Constitución en la boca. Y no me refiero a lo de Cataluña.
Según el CIS, el 80% de los españoles se declara entre feliz, muy feliz y felicísimo. Poco me parece. ¿Quién va a confesar que está que no vive por salud, dinero, amor, o todo junto? Que le cuesta un mundo levantarse. Que tiene un clavo en el entrecejo, o en la boca del estómago, que es donde debe de estar eso que los creyentes llaman alma y el resto llamamos conciencia, el yo, nuestra menda lerenda. Los perdedores. Los pusilánimes. Todos. Nadie. Volveremos al redil. Añoraremos estas vísperas como se extraña la inocencia perdida. Y cuando nos pregunten por las vacaciones, diremos que fenomenal, gracias, aunque solo hayamos cambiado unos días de cárcel.
FUENTE : http://elpais.com/elpais/2015/07/29/opinion/1438185417_672135.html

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