jueves, 11 de junio de 2015

Un viaje por el alma de Sudán













Por:  11 de junio de 2015

Como tantos otros, Enikö Nagy llegó a África un día con el corazón lleno de buenas intenciones y esa versión única que circula sobre el continente, la de la guerra, el hambre, la miseria y la violencia. Dos años después, con las maletas listas para partir, decidió renunciar a todo, quedarse y llevar a cabo un viaje fantástico por la geografía, pero también por el alma de un país, Sudán, con el que fue tejiendo una sólida historia de amor. 
Seis años y 30.000 kilómetros después, esta trabajadora social que quería ayudar a los africanos y que acabó sumergiéndose en lo más profundo de una cultura fascinante nos trae un regalo en forma de libro, exposición y documental que, en realidad, es mucho más que una sucesión de imágenes o frases. Nos trae una llave maestra para cambiar nuestra mirada del mundo. “Nosotros necesitamos más a África que ella a nosotros”, dice. Arena en mis ojos, en la sede madrileña de Casa Árabe. Vale la pena.


Enikö Nagy (1979) es una mujer menuda, pero de mirada directa y convincente. De padres húngaros, nació en Rumania y creció en Alemania hasta que un día llegó al este de África ya convertida en una joven cooperante a sueldo de la Agencia Alemana para el Desarrollo. Su destino fue Sudán, en concreto Kordofán del Norte. “Pasé dos años en los que apenas estuve con una persona que hablaba inglés. Tuve que aprender varios dialectos árabes y adaptarme. Allí la vida es simple, esencial. Hay agricultores y pastores nómadas, pero sobre todo mucho respeto, códigos de conducta y una calma y una paz que, teniendo en cuenta las noticias que llegan de Sudán, yo no podía imaginar. En el último momento decidí quedarme”, asegura.
Para ese entonces, Nagy ya estaba en crisis con el propósito que le llevó hasta allí. “Yo formaba parte de esa idea que tenemos de que África es pobre y debe ser ayudada, una idea tan extendida que hasta los propios africanos la han asumido. Sin embargo, cuando les das la oportunidad de hablar, cuando los escuchas, empiezas a comprender la inmensa riqueza que tienen. Y comprendes también que los necesitamos, que necesitamos estilos alternativos de vida. Pensamos que nuestro mundo es el desarrollado, pero hemos perdido la capacidad de razonar que tienen los nómadas, su respeto al Medio Ambiente, su fuerte vida comunitaria, su sentido de la justicia. Allí, por ejemplo, los contenciosos se resuelven sobre la marcha gracias a la justicia tradicional, cuando aquí pasan años hasta que se arreglan. Todo se soluciona en el seno de la comunidad, no existen las cárceles. Tampoco la soledad, todo se comparte”.
Era el mes de marzo de 2009. La cooperante se despojó entonces de sus viejas vestiduras y emprendió un viaje que duró seis años a lo largo y ancho de las regiones de Kordofán del Norte y Kordofán del Sur, conviviendo con hasta 45 tribus diferentes. Con algo de dinero que había conseguido ahorrar, pero sin el apoyo de ningún organismo, empresa o institución. “Sola y por mis propios medios”. Su intención de documentar la vida cotidiana de los sudaneses, de sumergirse en su cultura, de aprender y observar, era tan chocante, tan inesperado, tan inusual, que mientras unos pensaron que se había enamorado de un sudanés, otros estabanconvencidos de que se trataba de una espía. “Dejé mi carrera de cooperante y mi seguridad occidental y me convertí en un simple ser humano”, asegura.
Y Enikö Nagy caminó y caminó. Y mientras recorría la antigua provincia de Kordofán, más grande que toda Alemania, fue abriendo la tapa del cofre del tesoro de un estilo de vida, una cultura y una filosofía diferente. Tomó 26.000 fotografías y recopiló proverbios, leyendas, mitos, anécdotas, canciones y otras muestras de tradición oral en 2.500 cortes de voz. Poco a poco, todas las puertas se iban abriendo. Asistió a sacrificios y ceremonias, participó en bodas, comidas, bautizos, se vistió con sus ropas, habló su lengua, viajó con sus animales. “La imagen de Sudán que llega al exterior está muy distorsionada, sólo se habla de guerra y conflictos. Los problemas entre nómadas y agricultores han existido siempre, pero han sabido gestionarlos generando mecanismos que funcionan, lugares de paso para el ganado. Cuando surge un problema se arregla, hay espacios de diálogo y reconciliación. No voy a negar que no exista la guerra, perosi sólo hablas de la guerra es como si al final fuera la guerra la que ganara. No es verdad”, insiste Nagy.
Parte de ese material que fue recopilando con los años se ha convertido en un libro  que incluye 550 fotos y 250 textos y que ha visto la luz gracias a empresas sudanesas. “Al final me di cuenta de que tenía que ser así, que la financiación tenía que venir del propio país”, explica. Asimismo, se ha elaborado un documental titulado “Sand in my eyes, the journey” y en la actualidad una exposición en la que se incluyen 48 fotos y 26 textos recorre el mundo. Desde el pasado 3 de junio se encuentra en Casa Árabe (Madrid), donde permanecerá hasta el próximo 26 de julio. La muestra también visitará las ciudades de Jartum, París, Ámsterdam, Londres, Berlín, Munich, Viena, Roma, Oslo, Bergen, Washington y Nueva York. Es decir, dará casi la vuelta al mundo.
El trabajo de Nagy ha sido bien acogido entre los sudaneses, algo que para ella era muy importante. “Cuando ven el libro o la exposición me dicen que nunca habían visto algo tan bello sobre sí mismos. Creo que por primera vez se muestra a todas las tribus al mismo nivel. Este libro es para ellos. Llevar las voces y las historias de la gente de la montaña hasta el valle y viceversa, entre pueblos que no se conocen porque estamos hablando de distancias enormes, contribuye a construir la paz”. A lo largo del camino muchas personas le han ayudado, tantos que, como ella misma admite, sería imposible nombrarlos a todos.
“Escucha lo que digo”, dice el anciano al final de su historia, “y arrójalo al mar”. A juicio de Nagy, este dicho es una buena muestra de la filosofía de vida de los nómadas de Kordofán y, al mismo tiempo, de un profundo conocimiento de la condición humana. “Con reservas, sin insistir, algo típico de personas habituadas a coexistir con otras. Depende de ti ignorar lo dicho si deseas, pero escucha lo que tengo que ofrecerte”. Por ello la aspiración de Nagy es que las personas que vean su exposición o lean su libro salgan con la idea de que “debemos respetarnos a nosotros mismos y a los otros. Sudán es un país con una historia y unas civilizaciones milenarias, tiene paisajes espectaculares, una comida y sobre todo unas gentes maravillosas. Si negamos todo esto es como negar lo que Sudán puede ofrecer al mundo”.
Durante la inauguración de la exposición, Enikö Nagy  puso el acento en la piedra angular de su discurso: “Es ignorancia si no sabemos que hay guerra y pobreza en África, pero también es ignorancia si eso es lo único que sabemos”. Porque, insiste, si sólo nos quedamos con esos aspectos negativos no sólo estamos negando a los africanos la capacidad de tener cultura, sino que estamos negándonos a nosotros mismos la posibilidad de aprender de ella. 
fuente : http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2015/06/un-viaje-al-alma-de-sud%C3%A1n.html#more

No hay comentarios:

Publicar un comentario