miércoles, 14 de enero de 2015

Vidas secretas,por Santiago Gil


http://www.marisolayala.com/
García Márquez contaba que todos tenemos una vida pública, una vida privada y otra vida secreta. La primera es la que ven los otros, y por tanto depende de la perspectiva, del amor o de la química de quienes nos miran. La segunda la conocen los que conviven con nosotros de puertas adentro, lejos de ese ruido de la calle que a veces acaba confundiendo incluso a las miradas. En la vida pública eres muchos seres a medida que van pasando los años. Te quedas en el recuerdo de quien te fue conociendo en cada momento.

 Siempre serás el niño travieso, el adolescente soñador o el joven revolucionario para quienes te conocieron en esos años lejanos. Para otros serás un juerguista porque un día te vieron de farra, y para los que te veían trabajar denodadamente serás un hombre serio, responsable, que siempre cumplía con todo lo que le mandaran. Terminamos siendo tantos que a veces no sabemos ni siquiera dónde ir a buscarnos. Los otros nos recrean como si fuéramos personajes, héroes o villanos en sus propias novelas diarias. Al final solo somos lo que esos otros quieren que seamos en sus propios recuerdos.
Pero más allá de esa vida que trasciende está la otra vida secreta que no conoce nadie, la que jamás contamos, los deseos que se quedan con nosotros para siempre y que luego se incorporan a nuestros sueños con la misma nitidez que las vivencias que realmente protagonizamos. Los sueños también cuentan en nuestra biografía cotidiana. Ella cree que la amas y sin embargo tú solo sueñas con poder escapar para siempre una mañana. Ellos creen que eres feliz recogiendo premios y tú solo deseas perderte en alguna playa alejada de la vanidad y de la fama. Esos son nuestros secretos casi siempre inconfesables. A veces nos sorprendemos llevándolos a la práctica. Los otros, los que conocen nuestra vida pública o privada, se asombran de esos cambios y de que no nos parezcamos al que ellos tenían idealizado. Casi nunca se cambia de la noche a la mañana. Todos los argumentos se recrean mucho tiempo antes de que pasen al papel o a la vida diaria. La vida secreta discurre por nuestra conciencia y nuestras elucubraciones como mismo corre la sangre por el cuerpo que carga con esa multiplicidad de personalidades.
Todos aprendemos desde niños a no decir lo que no debemos. Un buen día descubrimos que lo mejor es vivir cada vez más hacia dentro si queremos mantener a salvo lo que siempre deseamos. No es fácil lograr lo que ansía nuestra vida secreta; pero gracias a ella podemos ir por el mundo sabiendo que no estamos viviendo como quieren los otros. Josep Pla escribía que la mínima distancia entre dos puntos no es la línea recta sino el arabesco. Ese arabesco, esa posibilidad de no dejar que todo sea mediocridad y grisura, creo que es lo que realmente nos salva del tedio.
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