martes, 6 de enero de 2015
La relación entre las radiografías y el cáncer infantil y la alarma de Cataluña
Rocío Gil Grande | Madrid
En 2009, en una entrevista pública, el doctor Ricardo Cubedo, especialista en Oncología de la Clínica Universitaria Puerta de Hierro de Madrid, ya establecía una relación entre estas radiaciones y el desarrollo del cáncer. A diferencia de las radiaciones no ionizantes de los electrodomésticos o dispositivos móviles, “las radiaciones ionizantes sí que modifican la carga eléctrica de las moléculas, pueden dañar los tejidos y afectar a la salud”, y entre ellas, afecta al ADN que compone los genes, que “es el primer suceso de una cadena de acontecimientos que puede acabar en cáncer”. Aún así, el doctor consideraba que el riesgo es mínimo.
Unos años más tarde, el Boletín Oncológico del área sanitaria de Teruel publicaba un informe de los doctores Julio Torres Nuez, Gloria Martínez Sanz y Pedro J. Sánchez Santos, titulado “una causa evitable de cáncer: los rayos X”. Al igual que el doctor Cubedo, incluían en el documento algunos efectos nocivos para la salud de estas radiaciones, como “catarata, radiodermitis, esterilidad o hipotiroidismo; efectos probabilísticos son el cáncer y las mutaciones genéticas radioinducidas”.
En España, hasta ahora, no se había llevado a cabo ninguna medida política al respecto. Ha sido ahora, que las revistas británicas The Lancet y British Medical Journal han publicado un estudio internacional que demuestran esta dañina relación, cuando una comunidad autónoma ha tomado medidas. En concreto, el estudio sostiene que el riesgo de desarrollar cáncer cerebral se multiplica en aquellos niños que se exponen a la radiación de dos o tres TAC de cabeza, y que un niño que se expone entre cinco y diez pruebas de este tipo, es tres veces más propenso a desarrollar leucemia.
Por todo eso, la Consejería de Salud de la Generalitat de Cataluña ha anunciado que está elaborando un protocolo pionero con el fin de disminuir la exposición de los menores de edad a las radiografías y los TAC, que son las que aportan estas radiaciones ionizantes. El proyecto se llevará a cabo con la participación de sociedades científicas con el fin de hacer más estricto el criterio para recomendar las radiografías en menores, cuando sea únicamente necesario.
En la elaboración del protocolo intervendrán dos proyectos de Salud, que son el Programa de Seguridad de Pacientes y el Programa Esencial de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña.
Según los investigadores europeos, sin embargo, el exceso de estas radiaciones conlleva daños a largo plazo, y sus consecuencias no se perciben hasta 15 años más tarde. Sin embargo, sus células son mucho menos maduras que las de un adulto y, por lo tanto, más sensibles a padecer este tipo de enfermedades.
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