La aventura de Jaime Martínez Valderrama y sus compañeros comienza, como muchas otras, con una pequeña obsesión. En el año 2009, Gerardo Valenzuela, compañero inseparable de fatigas, había estado en la región deLadakh, en el extremo norte de la India, y había localizado excrementos delince boreal, una de las especies más esquivas de felinos, que se creía extinta en esta zona del Himalaya. "Gerardo tiene como objetivo en la vidaver en libertad todas y cada una de las 36 especies de felino que existen en el planeta", explica Jaime a Next. "Y no va nada mal, porque lleva 24". En sus viajes había conseguido avistar al leopardo de las nieves e incluso a lapantera nebulosa de Borneo (del que quedan unos pocos ejemplares), pero el lince boreal estaba en su lista de felinos pendientes.
"Gerardo se había quedado con la espinita y al regresar a España nos comentó a José María [Gil Sánchez], a Javier [Rodríguez] y a mí lo que había encontrado". Los tres son biólogos que han trabajado en el estudio y conservación de la población de linces de Sierra Morena y Jaime es investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería, así que la posibilidad de encontrar linces boreales, que llevaban veinte años sin avistarse en la zona, les pareció una excusa perfecta para organizar una expedición. "Los estudios predecían que la población de lince boreal habría desaparecido", resume Jaime. "Así que partíamos en busca de un fantasma". Y por si el reto fuera pequeño, y dada la afición de Jaime al alpinismo, intentarían la subida a la cima del Stok Kangri, una montaña de 6.130 metros.
En la lengua local Ladakh significa algo así como "tierra de los pasos elevados". Durante los primeros días, y después de que les perdieran el equipaje y les pusieran algunas trabas por la cantidad de aparatos que llevaban encima, los científicos recorrieron la zona aclimatándose a los 5.000 metros. En el camino encontraron el cadáver de un lobo y camellos salvajes, procedentes de las caravanas de sal que algún día caminaron por aquí. Pronto empezaron a aparecer grandes acumulaciones de excrementos de lince y signos de su presencia reciente, como huellas en la arena, pero ni el rastreo con telescopios ni las cámaras trampa dieron sus frutos. A veces preguntaban a los lugareños, como si fueran detectives. "Enseñábamos fotos del lince a los pastores que se ven por allí, con caballos o con ganado", explica Jaime. "El leopardo siempre lo identificaban, lo habían visto alguna vez, pero cuando enseñaban el lince creían que era una cría del leopardo, no asimilaban que eran animales distintos"
El leopardo de las nieves, al que los locales llaman el Gran Shan, es un animal mítico. Algunos investigadores pasan años siguiendo sus huellas e incluso se organizan excursiones de turistas con el reclamo de visualizarlos. Pero el lince boreal es una especie mucho más difícil de localizar. "Hay científicos que han hecho su tesis sobre este animal y no han conseguido verlo", explica Jaime. El lince que habita en esta zona es una subespecie del que vive en el norte de Europa. "De los que hay, es el más grande con diferencia, hay incluso ejemplares de 50 kilos, y se conoce muy poco de su ecología y su comportamiento", indica el investigador. La intención de Jaime y sus compañeros era obtener datos científicos sobre algunas cuestiones que siguen siendo una incógnita, como qué come este animal, cuántos hay en cada valle y si compiten con los leopardos de las nieves por las presas. "El problema es que poca gente se adentra a pie de campo a ver si hay linces o no", asegura. "Éramos los primeros que iban allí".
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http://vozpopuli.com/next/46751-fantasmas-en-la-nieve-cuatro-espanoles-en-busca-del-felino-mas-esquivo-del-himalaya
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