Un grupo de científicos australianos trata de desentrañar el misterio en torno a la inusual muerte de un tiburón blanco de unos tres metros. El animal fue marcado con un transmisor como parte de un estudio a gran escala sobre los hábitos de estos depredadores. Dos años después, el transmisor del tiburón apareció en una playa. Los datos que registró el dispositivo sugieren que el tiburón fue devorado.
La sonda registró esa temperatura durante ocho días antes de volver a la superficie del agua, y acabar en la playa donde la encontraron. Los tiburones blancos apenas tienen enemigos naturales. La orca es uno de los pocos de los que se tiene constancia de que hayan atacado a tiburones blancos. Otra posible respuesta es un cachalote. Aunque estos cetáceos se alimentan principalmente de calamares, en ocasiones atacan algunas especies de tiburones.
Ni la orca ni el cachalote tienen una anchura de mandíbulas lo bastante grande como para devorar entero a un tiburón de tres metros. Aunque el incidente permite soñar con enormes depredadores desconocidos, lo cierto es que basta un mordisco afortunado para arrancar justo el pedazo del cuerpo del tiburón que contiene la baliza de seguimiento. Riggs y el resto de investigadores siguen tratando de averiguar más detalles de este fascinante caso.
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