domingo, 25 de mayo de 2014

Tabaiba prieta…









cual ubre a punto de reventar o chorreando -goteando leche- así es la rama, tallo o/y flor de la tabaiba, que generosa, te oferta su maléfico veneno, con tan solo rozarte con ella o tocarla. Si esto haces comprobarás, que de inmediato afloran gotas por toda esa dicha zona tocada o rozada, que salpica y gotea, ahora sí chorreado tronco abajo la leche blanca y espesa de la tabaiba, que cargada, y prieta de leche, espera dar generosa y abundantemente su cosecha o producción, pero que aquí se la desprecia, y no se la utiliza para nada, teniendo como debe tener propiedades mil por descubrir.
 Lamentable tanta pérdida de lo que la naturaleza nos ha proveído, y que política, universitaria, económicamente, nada de ella se obtenga, a pesar de tener reprimido ese enorme caudal de leche, que en minúsculas gotitas aflora o asoma al menor toque como queda dicho más arriba. Que no es producto costoso de obtener o de sacar como sucede con la almendra de su cáscara, que necesita dura piedra o  martillo, con fuerte golpe para romper el impedimento que nos lleva al fruto; que tratándose de la tabaiba, sobra artilugio alguno cual pudiera ser hacha, machete o cuchillo, que a la más mínima presión, o el simple roce al caminar entre ellas, enseguida te muestra lo que corre por sus interiores, que de inmediato asoma como curiosa a ver quién pasa y a quién oferta la engañosa leche envenenada. Así es, nuestra protegidísima y abundantísima tabaiba: lechosa o lechera, pero sin queso que de ella se haga, ni tomada con café se pueda hacer. Leche, mala leche, que -por ahora- de nada nos sirve, y nos pudiera volver millonarios, si industria alguna la lanzara, por ver.


El Padre Báez.

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