MARÍA SÁNCHEZ
Con esto de que tenemos que apretarnos el cinturón, han salido muchos picaros que se aprovechan de cualquier cosa para no ser ellos los que pasen por ese aro. Son los que se han subido al carro del oportunismo y la necesidad ajena, para llevarse la mejor tajada a cambio de mentiras e invenciones, llegando incluso, al fraude.
Días atrás, viendo un determinado programa de televisión, no salía de mi asombro al comprobar hasta donde se puede llegar para engañar a las personas. Aprovechando la buena voluntad que nos caracteriza, no falta un listo que pretende, y consigue, hacerse rico a costa de la inocencia de los demás.
Es seguro, estimado lector, que cerca de su casa encontrará un contenedor donde depositar las ropas que ya no usa. Hasta aquí todo bien pero, lo que muchos desconocemos es que la mayoría de esos contenedores, son de propiedad privada y no del ayuntamiento. Más de un listillo vio en esas ropas que no usamos, el negocio de su vida. El timo comienza de este modo: Los “buenos samaritanos” recogen las bolsas que depositamos y las llevan a un almacén donde las clasifican según el estado en que se encuentren. Aquí las subastan a los vendedores de los mercadillos, que van de pueblo en pueblo ofreciendo esta mercancía.
Estos contenedores son ilegales y se los retira de una calle y al día siguiente aparecen en otra. Hay quien fabrica sus propios contenedores y los distribuye por un amplio radio de las grandes ciudades. Cada día pasan y recogen su “mercancía”
Todos los días se recogen toneladas de ropa usada que enriquece a más de un pícaro español o de Dios sabe donde.
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