viernes, 25 de abril de 2014

LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA TIENE GENEALOGÍA, Y ÉSTA NO SE ENCUENTRA EN LA CONSTITUCIÓN DEL 78



Por Manuel Medina - Canarias-semanal.org

 Parece claro que toda la estructura del régimen político montado en y durante la denominada "Transición" se desvencija por momentos. Aquella  operación de filigranas que dio como resultado la Constitución del 78 y el sistema político resultante no tuvo  otro "mérito" que  la   anuencia en la que coincidieron la casi totalidad  de las fuerzas políticas y sindicales  existentes entonces, con una excepción  que es honesto recordar hoy : la de aquellas organizaciones que se adscribían al abertzalismo de izquierda vasco.  

   Pero, desde la perspectiva  estrictamente institucional,  enlazar constitucionalmente  a una dictadura de rancio pedigrí fascista con un régimen que se  pretendía democrático  no pasó de ser una infame chapuza propia de la catadura de los personajes que la protagonizaron.  Hoy resulta fácil augurar cuál será el lugar reservado por la historia a los personajes que la hicieron posible.


LAS RAZONES DEL CAMBIO
    
      
Las razones que unos y otros tuvieron para enfrascarse en aquella fraudulenta operación constitucional fueron variadas.


      A los situados a la derecha del llamado "Movimiento Nacional" , - Suárez, Fraga, y muchos de los que  han ocupado  altos cargos en el PP -  su visión autoritaria y cortoplacista solo les permitía calcular las virguerías legales que tenían que poner en marcha para salvaguardar la continuidad de la máquina del Estado heredada de la Dictadura a la que ellos mismos habían pertenecido.
  
     Aquellos otros que provenían de la dirección del PCE eran hombres que habían envejecido en la dureza del  exilio,  y  los sexagenarios muy difícilmente pueden  encabezar procesos revolucionarios, frecuentemente solo  patrimonio biológico de  los más jóvenes.  Por otra parte, - y esto es lo esencial - el PCE junto con otros partidos comunistas europeos - el Partido Comunista Francés y el  PC Italiano - habían emprendido la ruta de la socialdemocratización, que terminaría conduciéndolos no solo a la integración en el sistema capitalista  sino también a su  total desaparición  del escenario político europeo.

        De los socialistas, tiernistas y demás grupos nacidos al rebufo de la agitación social en las calles   no vale la pena ni hablar, pues  su  representatividad  social  en aquellos momentos no les traspasaba a sí mismos. Su significación política era ninguna.

     A la muerte del dictador, el  aparato del  Estado que las clases sociales dominantes habían construido para garantizar su propia hegemonía  era ya incapaz de cumplir  con el cometido que casi cuarenta años antes  le habían otorgado . Este hecho lo han reconocido  en numerosas memorias, artículos y declaraciones públicas  quienes en esos momentos controlaban el timón que lo había dirigido.

   Para contextualizar la coyuntura en la que se produce la operación de  recambio del Régimen franquista conviene recordar que la conflictividad social generada  en el Estado español durante  el segundo lustro de la década de los setenta  no tiene parangón con ninguna  situación que podamos imaginar hoy. Los capitales huían hacia Suiza  con la prisa con que las ratas abandonan un buque en trance de naufragio. Quien luego sería ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Arias Navarro, José María de Areilza,  expresaba en desaosiego de las clases sociales poderosas en esos días de manera muy gráfica:  "O acabamos en golpe de Estado de la derecha. O la marea revolucionaria acaba con todo".

EL EJÉRCITO COMO PRETEXTO

   Aquellos  que aun hoy fabrican  pretextos ad hoc  para justificar las renuncias del PCE durante la "Transición" y su aceptación vergonzante de la Monarquía , esgrimen el argumento de que la permanencia  en los mandos del ejército de los  oficiales que habían  hecho la Guerra  Civilhacía imposible acabar  con la monarquía heredada del franquismo  .

    Se trata de un razonamiento malévolamente  tramposo y que está  en flagrante  contradicción con los principios que hicieron posible el largo  itinerario de lucha de los comunistas españoles a lo largo de toda la dictadura. El Ejercito constituyó siempre la columna vertebral  del Estado franquista, su "última ratio".  Y la lucha de los comunistas tuvo siempre en cuenta la existencia de esa premisa.  La muerte de Franco aceleró , en efecto,  el proceso de deterioro de su régimen, pero el PCE parecía tener  claro desde mucho  antes  que la desaparición de la persona del dictador no iba a suponer  el  colapso  inmediato del aparato franquista . Debía  ser la lucha perseverante y la influencia que las organizaciones populares y el  Partido Comunista  habían conquistado en la sociedad española lo que permitiera crear las condiciones  para que la caída del franquismo se  produjera  en  las circunstancias más favorables  para los intereses populares.  La cuestión que se planteaba entonces no era el paso directo de la dictadura franquista  al socialismo, sino hacer posible la implantación de una democracia avanzada donde pudieran crearse condiciones  para la consecución de las reivindicaciones populares aplastadas  con el golpe del 18 de Julio de 1936.

    Hoy   parece  evidente  que, más tarde o más temprano,  la estratagema construida con la"Transición"  tenía que quedar al descubierto por múltiples razones.  Una de ellas es que la pretensión  de  borrar  el hilo umbilical que necesariamente  enlaza a la  II República con la conquista  de las libertades democráticas  tenía que resultar a la postre un proyecto imposible de realizar. ¿Cómo borrar de la memoria histórica colectiva que la II República  fue el resultado del derrocamiento de la monarquía borbónica?  ¿Cómo hacer desaparecer  de los anales de la historia que la caída de la II República  fue el resultado de una conspiración castrense, en lo militar,  y  monárquico- fascista en lo ideológico? ¿Cómo poder liquidar de un plumazo constitucional la evidencia de que el establecimiento de un régimen democrático debía pasar necesariamente por el refrendo popular en las urnas de la forma de Estado  que se pretendía  adoptar?

LA HERENCIA HISTÓRICA ES  IMBORRABLE

    La historia  de los diferentes pueblos que componen  el Estado español  no ha sido precisamente prolija en procesos políticos democráticos. La I República fue  tan  efímera y turbulenta que apenas logró dejar una huella significativa en nuestra historia contemporánea. LaII República, en cambio, se produjo en un instante histórico en el que confluyeron las reivindicaciones sociales acumuladas a lo largo de siglos. La II República española, con sus contradicciones y pasos atrás y adelante,  trató de  satisfacer algunas de ellas.  Aun hoy - setenta años después - estas reivindicaciones  no han sido resueltas y continúan en pie.

   La democracia en España tiene, pues, genealogía .  Es cierto que es limitada,  pero extraordinariamente rica y significativa.  Y esa referencia , desde luego, no puede encontrar  sus orígenes en la Constitución monárquica de 1978, sino  en la republicana de 1931.  La prueba de que ello es así  la podemos constatar hoy en las calles cuando, de nuevo, vuelven a ondear por miles las banderas tricolores en manifestaciones y eventos públicos . Ya no las portan las viejas generaciones que vivieron los agitados años  de la II República e hicieron de ella la razón de sus vidas. Tampoco la generaciones que lucharon contra la dictadura.  Las enarbolan  los integrantes de las generaciones que nacieron sesenta años después.  Este hecho no es baladí. Pone de manifiesto que la Historia no se puede  congelar  ni borrar. Y no por ningún tipo de razones místicas, sino porque  las secuencias  políticas, culturales y sociales permanecen enlazadas, dialécticamente enlazadas , en un  todo que sirve para darle  coherencia a la Historia.  
fuente : http://canarias-semanal.org/

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