Los caballos cambiaron para siempre la vida en las Grandes Llanuras.
septiembre de 1874, en Texas, el imperio ecuestre de los comanches tuvo un final sórdido y deplorable. Lo que sucedió aquel año fue el preludio de profundos cambios en las Grandes Llanuras, porque los comanches fueron de las primeras, y más hábiles, tribus a la hora de adoptar el caballo tras su introducción en las Américas de la mano de los conquistadores españoles. A lomos de sus cabalgaduras habían llegado a ser unos guerreros competentes, expertos, feroces y despiadados, aterrorizando a las tribus indias vecinas, perpetrando iracundos asaltos para frenar la proliferación de colonos blancos y la matanza de bisontes, y en última instancia desesperando al propio ejército estadounidense. Pero el 28 de septiembre de 1874, el mayor cuerpo de guerreros comanches aún activo (junto a unos cuantos aliados kiowas y cheyenes) sufrió una emboscada, mientras estaban en sus tipis con sus familias, en el llamado cañón de Palo Duro.
Casi un siglo y medio más tarde, un historiador de los comanches llamado Towana Spivey, de ascendencia chickasaw, me refirió todos estos sucesos en el patio delantero de su casa de Duncan, Oklahoma. Con la matanza de los caballos, dijo, se quebró «la espina dorsal de la resistencia» de los nativos americanos. Sus pieles de bisonte, sus alimentos, las herramientas de supervivencia, los medios de transporte y las armas de guerra, así como la movilidad de su vida nómada, se esfumaron. Todo perdido. El propio Quanah fue detenido. «Aquello supuso un golpe tremendo para los comanches.»
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http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/ng_magazine/reportajes/9048/caballo_nuevo_mundo.html
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