domingo, 29 de diciembre de 2013

LLEGA OTRO NUEVO AÑO.









MARIA SANCHEZ

Como si de una ráfaga de viento se tratara los días pasan por nuestro lado Lo hacen raudos, veloces sin darnos apenas cuenta de que, con cada minuto, se llevan un trocito de nuestras vidas. Tal vez sea esa la razón por la que, últimamente, vivimos apurando cada minuto como si fuera el último de nuestra existencia. Nos dejamos envolver por una vorágine de prisas donde queremos aprender todo, conocer lo desconocido sin pararnos, en ocasiones, a pensar en las consecuencias. Deseamos estar en todos los sitios a la vez y ser los primeros en llegar.

Hay personas que me recuerdan, al conejo del cuento de Alicia en el país de las maravillas aquel simpático animal que, corría de un lado para otro con el reloj en la mano, siempre con prisas. Cuando me reencuentro con personas de mi edad comentamos este ritmo de vida tan vertiginoso que llevamos y, comparándolo  con aquellos días de la niñez o la juventud, nos parece que en aquella época los días eran más grandes, las semanas eran tan largas que nos desesperábamos para que llegara el domingo. También es cierto que en aquellos tiempos, sobre todo las mujeres, sólo teníamos que ocuparnos en lo que se conocía como (labores del hogar).

Por el contrario hoy y, aún disponiendo de otros medios para la ayuda de esas labores,  el tiempo se pasa tan rápido como agua por un cesto, ya que las mujeres de esta época se dedican también  a cuidarse, a hacer actividades, a relacionarse con otras personas y, sobre todo, a sacar de ellas lo que durante muchos años les fue vedado como por ejemplo; hacer teatro, pintura u otro tipo de actividad que le hace sentirse persona y no sólo ama de casa. Esta mujer trabaja, cuida de su casa y sus hijos compartiendo estas tareas con sus maridos, a los que no se les califica, de estar gobernados por la mujer   como se solía decir.

Quizás sean éstos los motivos por los que los días se no van tan rápidamente, las semanas se acortan apenas ha pasado el martes y en consecuencia y, como una cadena, se enlazan los meses que, irremediablemente, nos hacen pasar los 365 días del año como si de 365 minutos se tratara.
Se nos va otro año llevándose  con él una parte de nuestra vida, un año que nos ha separado para siempre de unos seres queridos pero, que a su vez, nos deja nuevas semillas en la figura de los niños que han nacido en el ceno de alguna familia.
Debemos aceptarlo como se viene haciendo desde que el mundo fue creado. Este es otro ciclo más que hemos vivido y a este le seguirán otros más.


Estimados lectores les deseo un nuevo año lleno de paz, salud y felicidad, sin que sea motivo de preocupación el que cada año nos hagamos un poco más viejos. Sirva como ejemplo esta reflexión personal que les dedico.



Envejecer no es malo, lo malo es no ser capaz de aceptarlo.

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