domingo, 3 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ DECIMOS? SALIR POR PETENERAS









 AUTORA MARIA SANCHEZ


Somos propicios a escurrir el bulto cuando no nos interesa hablar de un tema, o lo que es lo mismo, salirnos por peteneras. Contamos lo que nos interesa adornándolo con todo tipo de florituras, intentando quedar como los propios ángeles. Pero a nuestro interlocutor la cara le queda como a cuadros. Es esta una costumbre generalizada y, que en más de una ocasión, nos puede librar de un gran disgusto ya que tomando esta actitud ni entramos, ni salimos en temas que no son de nuestra incumbencia.

Esta manera de evadir una respuesta resulta una gran aliada cuando una persona, de estás que todo quieren saber, pregunta lo que no le importa un pimiento. Nosotros con mucho disimulo le hablamos del tiempo, conversación que es muy socorrida en todo momento, y le dejamos con tres palmos de narices.

Se suele usar con mucha frecuencia en las tertulias televisivas. Da igual que se trate de política o de las llamadas del corazón. En estas últimas resulta hasta simpático escuchar a algún famoso o famosillo, salirse por peteneras cuando la pregunta no les agrada, o saben que de ella no pueden sacar tajada, cosa a la que se han acostumbrado aunque tengan que lavar sus trapos sucios delante de medio mundo.

De todos modos esta palabrita resulta un buen comodín ante cualquier situación embarazosa, de estas que nos aparece cuando menos  la esperamos y no queremos quedar mal ante cualquier persona, aunque el susodicho, merece que le despidamos con cajas destempladas. Sin embargo mantenemos el tipo todo lo que nos sea posible mientras le contamos lo que nos parece, con tanto detalle y palabras delicadas, como seamos capaces de recordar en ese momento.

Con cuanta frecuencia, se salen nuestros hijos por peteneras cuando tratamos de saber de dónde vienen o a dónde van. Por más que insistamos, toreando con arte la faena, ellos nos contesta con un escueto “bufffff por ahí ma yo que sé” No me negaran que los chicos se lo curran a la hora de dar explicaciones.

A esto, como a otras tantas cosas de nuestra vida diaria, no le damos mayor importancia cuando estamos del lado bueno de la calle. Pero, como cambia la cosa si somos nosotros los que notamos que nos salen por peteneras. Ahí la cosa duele y sabemos donde nos aprieta el zapato.

La petenera no es cosa mala, por el contrario, es un cante de origen flamenco y muy apto para narrar historias y sucesos de corte romántico, adornándolo con todo tipo de detalles. Sin embargo la etimología de la frase tiene otro origen.
Se coincide en las investigaciones que, existió una cantaora de flamenco llamada Dolores, nacida en Paterna de la Rivera (Cadíz) por lo que decidió hacerse llamar Dolores la Paternera, seudónimo que con esa gracia tan particular que tienen por el sur de nuestra España pasaran a llamarla Petenera.
Era una mujer de gran belleza y de las de rompe y rasga. Se cuenta que los hombres se enfrentaban a duelo por conseguir su amor, circunstancia esta que ella usaba para alimentar su vanidad.

Se supone que la frase se hizo famosa a raíz de un cante que decía así:
Quien te puso Petenera, no supo ponerte nombre, te debía de haber puesto la perdición de los hombres.
Como simple curiosidad les contaré que los principales maestros del cante por peteneras fueron la “Niña de los Peines” y el “Niño Medina.

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