En 1567 y 1568, Europa estaba ocupada con la conquista por Inglaterra de Escocia y la rebelión antiespañola en lo que hoy es Holanda. Pero, a 6.500 kilómetros de Europa, en los Montes Apalaches, en la frontera entre lo que hoy son los estados de Carolina del Norte, Virginia y Tennessee, la Historia de la Humanidad estuvo a punto de cambiar para siempre.
Porque, en esa región, a 500 kilómetros de la costa del Atlántico y solo seis horas en coche de Washington, la España de Felipe II trató de llevar a cabo un formidable plan de expansión imperial que hubiera supuesto que todo el sur de EEUU, desde Philadelphia hasta México, hubiera sido parte de lo que hoy es América Latina.
El plan había sido diseñado por Pedro Menéndez de Avilés, el asturiano que había liquidado las dos colonias de protestantes franceses que había en América del Norte y que consolidó el control de España sobre el extremo sureste de EEUU. La idea de Menéndez de Avilés era establecer una cadena de fuertes que comenzara en la colonia de Santa Elena (que está en lo que hoy es la Isla de Parris, en Carolina del Sur, donde hay una gigantesca base de los Marines) y que siguiera, describiendo un arco, hasta las minas de plata del centro de México.
La ambición de Menéndez de Avilés
"El proyecto de Pedro Menéndez de Avilés era un ambicioso plan de diplomacia enfocado en el largo plazo. Quería que los fuertes crearan una cadena de control de España, y que también proveyeran de alimentos a Santa Elena", ha explicado en conversación telefónica a ELMUNDO.es, Robin Beck, de la Universidad de Michigan.
La documentación de la época afirma que se construyeron seis fuertes, y que todos fueron abandonados en un año y medio. Pero los detalles de la operación han estado ocultos durante 435 años. Las colonias españolas en el interior de EEUU en el siglo XVI permanecían en el territorio de las imprecisiones históricas, a pesar de su importancia, puesto que se trata de los primeros asentamientos europeos en el interior de lo que hoy es Estados Unidos.
Hasta el lunes. Ese día, un equipo de arqueólogos de la Universidad de Michigan dirigido por Beck anunció públicamente el resultado de sus excavaciones en el pueblo de Joara, en Carolina del Norte. Joara es un sitio conocido por los arqueólogos. Estuvo habitado entre 1400 y 1600, yen 1540 el extremeño Hernando de Soto lo visitó como parte de su enloquecida expedición por Estados Unidos.
Pero, en uno de los extremos de Joara, el equipo de Beck se encontró con algo inesperado: un foso inequívocamente europeo, con una técnica de construcción y unas características similares a las empleadas en el Imperio Romano. Allí aparecieron seis casas, una de ellas más grande y fortificada. Beck acababa de encontrar el Fuerte San Juan, que existió desde enero de 1567 hasta el verano de 1568.
El fracaso hispano
Según Beck, "la Historia de Estados Unidos podría haber sido muy diferente si el Fuerte San Juan hubiera sobrevivido". Fundamentalmente,todo lo que está al Sur de la ciudad de Philadelphia podría haber acabado siendo parte del Imperio español y, ahora, de Latinoamérica.
La empresa, sin embargo, fracasó. En mayo de 1568 llegaron noticias a Santa Elena de que el fuerte había sido destruido por los indígenas. El capitán Juan Pardo, que había dirigido personalmente el establecimiento de las plazas, no volvió a intentar nada en el interior del continente. Sin embargo, hoy sabemos que apenas 50 kilómetros separaron el éxito del fracaso del proyecto. Porque a esa distancia del Fuerte San Juan había un gigantesco yacimiento de oro, que no se descubrió hasta 1800, con pepitas de hasta 13 kilos. Si lo españoles lo hubieran encontrado, no cabe duda de que no se habrían ido.
Pero, ¿por qué se marcharon? "Sabemos que en 1605 el gobernador de Florida reclamó información sobre la destrucción de los fuertes", relata Beck. En San Agustín, la capital de Florida, estaba el único superviviente de San Juan. Se llamaba Juan Martín y Badajoz, y vivía con su esposa,una nativa convertida al catolicismo que había adoptado el nombre de Teresa. Martín explicó que los indígenas habían atacado el Fuerte, y que el y su mujer habían escapado "huyendo de noche por rutas conocidas por los indios", según explica el arqueólogo.
Las razones de los ataques indios fueron bastante prosaicas: conflictos económicos y sexo. El problema económico se debió a los españoles habían sido tolerados, más que acogidos, por los indígenas. Los entre 300 y 400 indios catauba que habitaban Joara (a la que Pardo bautizó como Cuenca, en memoria de su ciudad natal) dejaron que los españoles se quedaran en una esquina del pueblo porque éstos traían productos que no existían en América. A medida que los españoles se quedaron sin provisiones que intercambiar, los indios perdieron interés en ellos.
El factor sexual
A eso se sumó otro problema. Los 40 españoles del Fuerte no estaban interesados en estrategias diplomáticas, sino en dos cosas muy diferentes: oro y sexo. El primero no lo encontraron. Pero estuvieron a punto. A unos 50 kilómetros de Fuerte San Juan se descubrió en 1799 un gigantesco yacimiento que provocó la primera fiebre del oro de la Historia de EEUU.
Sí encontraron sexo. Y más les hubiera valido haber fracasado en el intento. A juzgar por el relato de Juan Martín y Badajoz, los españoles mostraron un interés acaso excesivo hacia las mujeres catauba, lo que no fue del agrado de los maridos de éstas. El resultado fue un conflicto armado. No sabemos como se produjo éste, pero Beck estima que debió de ser un clásico conflicto como los que afligieron a toda América desde 1492.
Fortificados en su pequeño castillo, y protegidos por un foso de 30 metros de largo, 4 de ancho y dos de profundidad, y con una panoplia defensiva que incluía armas de fuego, los españoles eran invencibles. Todo hace pensar que los indios les engañaron y consiguieron que salieran de su plaza fuerte.
El resto no es Historia. Es, más bien, la Historia que no fue. También, la Historia que se ignora en EEUU -donde solo se reconocen las raíces anglosajonas del país- y en España. Nadie sabe, por ejemplo, que la palabra 'dólar' es española, que los jesuitas de España fundaron una misión en la Bahía de Chesapeake al norte de lo que hoy es Washington, ni que el primer fuerte al Oeste del Mississippi se llamó Fuerte Isla, en honor a su fundador, Manolo Lisa, un trampero murciano que se asentó en lo que hoy es Nebraska y que, encima, se casó con la india más famosa de EEUU tras Pocahontas, Sacagawea, que está enterrada junto a Toro Sentado.
fuente :http://www.elmundo.es
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