martes, 2 de julio de 2013

Quince años como náufragos





Un grupo de esclavos fueron abandonados en un islote desértico tras un naufragio. Lograron sobrevivir durante quince años.
L’Ile du Sable, también llamada Isla de la Arena, es un pequeño islote de 0,8 km cuadrados en el océano Índico, a más de 300 kilómetros de Madagascar, la tierra firme más cercana. Fue la protagonista de una historia miserable. En palabras de Max Guérout, un arqueólogo marino y exoficial naval francés, quien dirigió en 2007 una investigación en la isla patrocinada por la UNESCO
Es una historia muy humana, una historia de la ingenuidad y el instinto de supervivencia de las personas que fueron abandonadas porque fueron consideradas por algunos como menos que humanos.
En 1761, el Utine, un buque francés, encalló en las arrecifes de coral que rodeaban el islote y el fuerte oleaje lo destrozó. A bordo del Utine iban 150 esclavos y una tripulación de algo más de 20 oficiales y marineros. El océano se tragó a dos marineros y a unos 90 esclavos. Consiguieron recuperar algunos toneles de agua y comida, además de varios útiles del barco que les permitieron encender un fuego y construir algún refugio. A pesar de todo, las diferencias se seguían manteniendo y los esclavos apenas tenían agua.
Después de seis meses, construyeron una balsa de troncos con una pequeña vela que les permitió abandonar la isla… pero sólo a los blancos. Dejaron algunas provisiones para los esclavos y partieron con la promesa de regresar con ayuda.
Cuando llegaron a Mauricio, solicitaron al gobernador de la isla la ayuda prometida pero éste decidió que no merecía la pena correr el riesgo de perder otro barco por unos cuantos esclavos. Unos 60 esclavos fueron olvidados durante 15 años.
En 1776, un barco de guerra francés al mando del capitán Tromelin, llegó a la isla donde encontró a siete mujeres y un bebé de ocho meses. Tromelin los llevó a Mauricio donde les concedieron la libertad. Su nombre fue honrado al llamar a aquel islote, conocido en adelante como isla Tromelin.
La investigación arqueológica de 2007 descubrió que, durante los 15 años de aislamiento en la isla, los esclavos habían logrado sobrevivir manteniendo el fuego que habían encendido al llegar a ella y a base de tortugas, aves y crustáceos.

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