jueves, 18 de julio de 2013

¿Puede explotar la batería de mi móvil o electrocutarme el cargador?

Es la pregunta del millón. Cada cierto tiempo, desde algún lugar del mundo, nos llega la noticia de que un móvil ha explotado o ha comenzado a arder de repente, a veces con nefastas consecuencias para su propietario. Y, claro, cada vez que sucede cunde el pánico, porque los usuarios, intranquilos, se preguntan: ¿llevo despreocupadamente en el bolsillo una pequeña bomba en potencia?
La respuesta corta es NO: en condiciones normales, un teléfono no tiene por qué estallar, ni cortocircuitarse, ni hacerte daño alguno. Así que no debes preocuparte en exceso. Sin embargo, seguimos topándonos con excepciones y esta semana, sin ir más lejos, han salido a la luz pública dos casos que merece la pena analizar.
¿PUEDE MI IPHONE ELECTROCUTARME?
Una joven de 25 años falleció el pasado día 11 en China al contestar una llamada de teléfono mientras se estaba cargando su iPhone 5. Nada más enterarse, su hermana mayor, completamente consternada, publicó un mensaje en Weibo, el Twitter chino: “Espero que Apple nos dé una explicación”. La noticia corrió como la pólvora y miles de usuarios comenzaron a comentar el suceso, en muchos casos cargando contra Apple por lo que interpretaban como una grave negligencia respecto a la seguridad de sus dispositivos.
La firma de la manzana mordida reaccionó de inmediato anunciando una investigación y lamentando la muerte de la joven, pero el daño a su imagen ya estaba hecho. Pocos se habían preguntado antes de opinar si verdaderamente la multinacional era culpable de lo sucedido.






Todo apunta a que no. Según David Abucha, ingeniero de telecomunicaciones de Indra, lo más probable es que el accidente tuviera más que ver con el cargador no oficial que se ha encontrado en el lugar de los hechos. Este tipo de accesorios, a diferencia de los que distribuye el propio fabricante, se elaboran a menudo con materiales de escasa calidad, con el objetivo de reducir costes y obtener beneficios con un menor precio de venta.
Lo más probable en este caso es que se produjera un cortocircuito que hizo que toda la tensión que suministraba la instalación eléctrica de la vivienda (en España, y también en China, lo habitual son 220 – 230 V) pasara al cuerpo de la chica. Pero, como nos recuerda Abucha, los voltios no matan: lo hacen los amperios, es decir, la intensidad de la corriente o, más concretamente, la cantidad de electrones que pasan en un determinado tiempo por un punto concreto de un circuito eléctrico.
Es ahí donde reside la diferencia entre el típico calambrazo al cambiar una bombilla, que no hace que caigas fulminado, y la tragedia que tuvo lugar en China.
Otra opción que barajan los medios locales es que el cargador hubiera sido diseñado para un país con un estándar eléctrico de menor voltaje, como por ejemplo Hong Kong, Japón o Taiwán, donde la instalación eléctrica de las casas funciona a 110 V .
Aquí entramos en otro terreno, el de las baterías, que resulta algo más complicado. Los móviles modernos incorporan casi sin excepciónbaterías de iones de litio, que presentan grandes ventajas respecto a sus predecesoras de níquel-cadmio (NiCd) y de níquel-hidruro metálico(NiMh): no sufren el temido efecto memoria, son más ligeras, tardan menos en cargarse y más en descargarse…
Sin embargo, también tienen sus inconvenientes, y sin duda el más preocupante de ellos es que tienen tendencia al sobrecalentamiento, debido a que contienen óxido de cobalto, un compuesto químico que contribuye a mantener la energía, acelerarando el proceso de carga y retrasando el de descarga. Así que la respuesta es sí: en situaciones extremas podrían llegar a incendiarse o explotar, pero no es para nada algo habitual.
La polémica por las baterías ‘bomba’ volvió a ponerse de actualidad hace unas semanas, cuando una joven suiza de 18 años sufrió quemaduras de segundo y tercer grado debido a la explosión del Samsung Galaxy S3 que llevaba en el bolsillo. Según su relato de los hechos, las llamas llegaron a la altura de sus hombros y salvó la vida gracias a la intervención de su jefe, que rescató el ‘smartphone’ después del accidente. “Estaba carbonizado y su batería tenía un tamaño tres veces superior al normal”, dijo.
Al igual que hizo Apple, Samsung se ha apresurado a poner en marcha una investigación para aclarar lo sucedido y ha asegurado que someterá a “un control de calidad riguroso a todos sus dispositivos” para que no vuelva a ocurrir un percance similar. Sin embargo, la firma surcoreana recuerda, no sin razón, que “la mayoría de explosiones provocadas por teléfonos móviles son debidas al mal uso de la batería por parte del dueño del dispositivo”.
El experto consultado por HojaDeRouter.com, David Abucha, admite que es posible que una batería estalle si tiene un defecto de fabricación, pero considera “rarísimo” que suceda mientras el dispositivo se encuentra en el bolsillo. En su opinión, lo más probable es que concurran otras circunstancias: que la batería no sea la oficial del fabricante, que haya recibido un tratamiento inadecuado…
Parte de la culpa puede ser también del material con el que está fabricada la carcasa del dispositivo, apunta el ingeniero de Indra. “Determinadas marcas te cobran 600 euros y es plástico lo que te están vendiendo”, afirma. Y así es cómo se han producido en muchos casos las quemaduras: la batería se recalienta, el plástico se funde y se pega a la piel del propietario del teléfono, independientemente de si llega a explotar o no. Aunque este no tiene por qué ser el caso de la joven suiza.
Como medidas de prevención, Abucha recomienda no descargar por completo la batería (mantenerla por encima del 10% es lo más recomendable), no someterla a periodos demasiado prolongados de carga, no exponerla a condiciones ambientales extremas (calor, frío, húmedad) y, sobre todo, sentido común. Nada de meterla en el congelador ‘porque está muy caliente’.
Imagina que un amigo tuyo – por no decir tú mismo – ha tenido la mala suerte de ser la excepción y el teléfono te ha estallado en los pantalones. ¿Qué debe hacer? “Debe reclamar y además debe, porque es bueno y porque es útil, hacerlo público. Porque eso hace presión. Si tú le comunicas solo a una empresa que has sufrido un problema, la empresa no se va a dedicar a divulgarlo”, aconseja Rubén Sánchez, portavoz de la asociación en defensa de los consumidores FACUA.
“Si ha sido un fallo del propio aparato, por un problema de fabricación, bien puntual o bien masivo, la compañía tiene que pagar una indemnización por daños y perjuicios, sobre todo si ha habido daños físicos”, añade. Aunque lo ideal, como es lógico, sería poner la venda antes de que llegue la herida.
“Para el consumidor resulta imposible saber si lo que está comprando cumple con todas las garantías de seguridad. Tiene que haber un control”, apunta Sánchez. “Que las administraciones públicas tuvieran laboratorios y realizaran análisis aleatorios sobre productos porque, lamentablemente, estamos en manos del autocontrol empresarial”.



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