jueves, 25 de julio de 2013

Los hijos del campo:








AUTOR , PADRE BAE
Jamás pensé, que como sacerdote, me tenía e iba a ocupar de defender el campo, habiendo políticos, sindicatos, gente del gremio, periodistas, economistas, analistas, sociólogos, etc., etc., que debían hacerlo en lugar de un pobre cura. Y, ante el silencio de los antes citados y más, uno se ha erigido en vocero y defensor, en portavocía de pastores y agricultores, que ponen en mi humilde persona sus quejas, al saberme como único intercesor, y al encontrar todas las puertas cerradas y el silencio más absoluto frente al drama que grita tragedia, miseria, desolación, abandono, suicidios, etc.
Que uno estudió Filosofía, Teología, Historia..., pero no Agricultura y Zoología, salvo de pasada, y por haberla vivido, pero sin pensar entrar en su defensa, y nunca creí esto fuera necesario, pero visto lo visto, el ataque continuo por parte del cabildo y los ajuntas y mientos, con la permisividad del gobierno, me he tirado al campo -en el sentido de observarlo-, escuchar a los campesinos, y prestarle mi voz y escritos. Y ello, teniendo uno, por vocación y ordenación sacerdotal muy otros cometidos o ministerios (servicios). Y es, que hemos pasado de exportar de todo a importarlo todo, casi desapareciendo lo poco que nos queda de agricultura y ganadería, ya que ni se ven rebaños –a no ser que sean de perros-, ni tampoco cultivo, al menos que no sea de tabaibas y retamas. Árboles frutales no nos plantan ni uno, y sí abundante y solamente pinos, cual si la pinocha se comiera y la exportáramos, sin querer ver solo sirve para los incendios, que previenen con más de 200 soldados, que montan guardia todo el año, sin más beneficio que cobrar por no hacer nada. Que desaparece nuestra rica y excepcional huerta, la misma que dio de comer a tres continentes, y ahora de los cinco importamos lo que comemos, con la tierra vacía de cultivo y de animales lecheros y de carne, cuando aquí, de una y otra se producen las mejores del planeta. Y es que una no mala, sino pésima y corrupta política, permite la competitividad trayendo de fuera más barato –pero más malo- cuanto aquí se produce, que se termina por claudicar, para no perder, con permisividad y alegría de los gobernantes, que perciben grandes réditos de esta economía basura, que nos enferma y mata. Encima europa nos hunde con acuerdos que no cumplen y nos engañan con ayudas que no llegan, porque se desvían y quedan por carreteras y caminos distintos, destrozando la isla con puentes, túneles, rotondas, mallados, paredes, etc., innecesarias. De hecho somos los que mayor crisis tenemos, y peores consecuencias de la misma padecen en el mundo (paro, hambre, miseria, muertes, etc.). La isla se desertiza en cuanto despoblamiento campesino y se embosca por falta de una ganadería que consuma lo que le da tan abundantemente la naturaleza, pero que eso mismo lo compran fuera y lo prohíben dentro. Estuvimos en el mundo con nuestros productos, y productos del mundo están presentes en el tabaibal, que protege el símbolo de su nombre hasta copar toda y cuanta tierra haya que se cultivaba antes. Todo esto, nos hace depender del mundo, que nos tienen cogidos por el estómago. Las subvenciones sobran, y han sido la ruina y engaño, para no trabajar sino cuatro que se han beneficiado y se benefician, sin que llegue a ningún campesino, que desconoce fechas, lugares, impresos, ofertas, etc. Y ante la imposibilidad de tocar el campo, ni la de tener una cabra u otro animal, solo nos queda dedicarnos a... (pongan y digan lo que quieran). El sector agrícola y ganadero ha desaparecido con la complacencia de mandamases, que ven así ingresar sus dineros a costa del campesino muerto de hambre y arruinado, con multas severísimas e injustificadas, solo porque hay leyes escritas, y que se desconocen. Pues hasta para levantar una piedra caída de una pared, hay que pedir permiso, o no poder proteger lo plantado con una cerca, para que los roedores se lo coman antes que el que lo plantó, y esto por poner un par de ejemplos. Desaparece el agricultor, y el pastor. Lo que consumimos en el tabaibal y en concreto en el gran tabaibal, roza el 98 % traído de fuera, al no producir, escaso un 2 % ridículo, testimonial y residual y a menos, cuando según lo estipulado, como mínimo deberíamos producir un 50 % de lo que comemos, y así nivelar importación-exportación y tener una economía boyante o discreta al menos. Y, lo peor de todo esto, es que han derivado al turismo hasta la denominación propia del campo, llamándolo “sector primario”, cuando es el culpable de la desaparición del verdadero y único sector primario, que es el campo y las actividades en el mismo. Y, lo más grave, es, que, nada, se puede hacer en contra porque por todo te multan y sancionan, aun siendo residual y de supervivencia personal, con lo que se está matando hasta la posibilidad de una continuidad, espantando y alejando al joven o hijo de campesinos, que son testigos de la persecución y acoso bélico a sus progenitores, con lo que huirán y huyen del campo como de la muerte, para ir a encontrarla en el asfalto con drogas, alcohol, sexo, paro, carnaval, fútbol e inanición. Estando y teniendo tan protegido el campo, y no al campesino y al campesinado, se va a exterminar lo poco que queda, sin remedio que lo frene a no ser que surja una nueva clase política o algún iluminado que le dé la vuelta a la tortilla. Porque si lo dicho no es suficiente, se tiene el agravante de los virus, plagas, insectos del mundo que se nos han colado por falta de control y vigilancia que nada ya se puede cosechar que no se adueñen los dichos de lo poco que se pretenda producir. Y todo esto contando con que en el mundo, no hay nada como lo que nuestro sol, tierra y clima nos da, auténticas exquisiteces, si lo comparamos con lo que nos venga del fin del mundo; nada como –en calidad, sabor y riquezas nutritivas- como lo de aquí (antes, porque lo que es ahora, nada tenemos). Y nos libre Dios de una hecatombe mundial, de una guerra, de un lo que sea, que no nos llegue la comida del exterior, que moriríamos como ratas envenenadas. Los hijos del campo, se quedan fuera del campo; huyen del campo, heredan un campo muerto y vetado, desaparecen... Se nos van los universitarios (másters, licenciados, doctores...), aunque esto es harina de otro costal, pero es complementario. La meteorología nos la dan cada cinco minutos, cual si la vida dependiera de ello, con temperatura y tráfico fluido, y si hace sol o nubes -como si fuéramos ciegos-, desviando la atención, y otros cantares (músicos y música, pero no de cuervos y pastores). Carnaval, mucho carnaval, siempre de carnaval. Lucha entre las islas, y no contra espakistania. Alcaldes con perros, y para perros. Muchos y más centros comerciales. Y deporte (fútbol, mucho fútbol, a todas horas y todos los días). Telebasura...

 

El Padre Báez.

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